Tras 43 años de carrera, El Hijo del Santo se retira del ring con la satisfacción de haber honrado el legado de su padre y con una gira de despedida por México y el mundo.

El Hijo del Santo, ícono de la lucha libre mexicana, asegura que su mayor logro en más de cuatro décadas de trayectoria es haber engrandecido el legado de su padre, el legendario Enmascarado de Plata.
“A veces hablo con él en mi mente, le digo ‘te cumplí, lo hice bien’. Sé que está orgulloso de mí. Es lo que más me satisface”.
Desde su debut en 1982, enfrentó el reto de demostrar que su talento iba más allá del peso de su apellido. Fue tras la muerte de su padre, en 1984, cuando la afición y la crítica lo reconocieron como un luchador con estilo propio, más ágil y espectacular.
En 2013, una grave lesión cervical casi lo obliga a dejar los encordados, pero con rehabilitación y determinación logró regresar. Sin embargo, diez años después, decidió que era momento de retirarse en plenitud y sin forzar su cuerpo al límite.
El 6 de abril, en la Ciudad de México, realizará su segunda y última función en la capital, apostando su máscara ante Fuerza Guerrera y L.A. Park.
Asimismo, su gira de despedida ha traído consigo la aparición de Santo Jr., quien ha incursionado en el ring, aunque aún no define si continuará con el legado familiar.
“Yo quisiera que siga el legado, pero que se haga bien. Respetaré su decisión”, concluyó El Hijo del Santo, cerrando un ciclo con la paz de haber cumplido su misión en la lucha libre.