Magali Lara; una mirada crítica y poética a la experiencia femenina y la violencia

El Museo Universitario de Arte Contemporáneo dedica la retrospectiva ‘Cinco décadas en espiral’, al trabajo de la artista mexicana.

Magali Lara, la artista nacida en Ciudad de México en 1956, ha cosechado lo sembrado a lo largo de su carrera, una carrera marcada por su compromiso con la crítica social, la exploración de la identidad femenina y la denuncia de la violencia. En 2024, recibió la Medalla Bellas Artes, un reconocimiento a su destacada trayectoria. Además, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) le dedica una retrospectiva titulada Cinco décadas en espiral, que se presentará del 5 de abril al 19 de octubre, curada por Virginia Roy y Cuauhtémoc Medina.

La exposición es un recorrido por las obsesiones que han marcado la obra de Lara a lo largo de los años, desde sus inicios en los setentas hasta la actualidad. Con distintas técnicas, la artista se ha acercado a temas como la experiencia femenina contemporánea, la violencia, la identidad y el cuerpo, utilizando un lenguaje fresco y profundamente crítico.

Al reflexionar sobre su momento actual, Lara señala que la edad y las circunstancias han permitido una revalorización del trabajo de las mujeres artistas. “Creo que las dos circunstancias que mencionas están relacionadas con valorar o revalorar lo que las mujeres artistas hemos hecho en los últimos 40 años”, comenta. Para Lara, este reconocimiento es más significativo porque refleja un cambio en el panorama del arte, un cambio hacia la inclusión de voces que previamente fueron ignoradas, especialmente las de las mujeres.

En sus palabras, la exposición en el MUAC es crucial no solo porque estudió en la UNAM, sino también por la importancia del trabajo con los curadores, Virginia Roy y Cuauhtémoc Medina, con quienes ha trabajado a lo largo de su carrera. Esta retrospectiva, que también aborda la genealogía de mujeres artistas previas a los años noventa, busca dar visibilidad a las figuras que aún no han sido suficientemente revisadas en la historia del arte contemporáneo.

Lara recuerda los años setenta y ochenta, cuando las mujeres artistas no solo enfrentaban discriminación en el mercado artístico, sino que también eran vistas como figuras secundarias. “Se nos trataba como menores de edad, y nuestros temas, como el género, la sexualidad o la vida cotidiana, no se consideraban grandes temas”, dice. Aunque hoy en día las mujeres artistas han ganado mayor visibilidad, Lara reconoce que la lucha por el reconocimiento sigue siendo necesaria.

A lo largo de los años, las mujeres artistas de su generación han tenido que luchar por no ser reducidas a su biografía. Lara hace hincapié en la importancia de que hoy el arte se enfoque más en el trabajo de las artistas que en sus vidas personales. En este contexto, menciona a Teresa Margolles como un ejemplo de cómo el arte puede centrarse en la contundencia de un trabajo sin necesidad de apelar a la biografía del creador.

Uno de los temas recurrentes en la obra de Lara es la violencia. En la retrospectiva Cinco décadas en espiral, la artista presenta dos murales, entre los que destaca La piel son nubarrones negros. Lara aborda la violencia como un tema universal, especialmente en el contexto de México. “Vivimos en una época donde hay mucha oscuridad, y la violencia que hemos padecido está impregnada en todos nosotros”, reflexiona. Los nubarrones en el mural representan no solo la violencia palpable en las calles, sino también la necesidad de repensar las formas en las que abordamos el sufrimiento y la muerte en la sociedad mexicana.

Lara no se considera una artista activista en el sentido estricto de la palabra, sino que su lenguaje es más poético. Sin embargo, en sus obras hay un llamado implícito a la reflexión y a la acción, como en su mención de las Madres Buscadoras, quienes representan una esperanza ética en la lucha por la justicia.

La poesía ha sido otro de los pilares en la obra de Lara, quien ha declarado que su primera vocación fue ser lectora. Influenciada por poetas y escritores como Carmen Boullosa, Lara ha incorporado la fuerza de las palabras en su trabajo, un lenguaje que no solo se nutre de las imágenes visuales, sino también de la riqueza literaria. La relación entre el arte y la literatura le ha permitido a Lara abordar sus temas de manera más profunda, otorgando a sus obras una carga emocional y reflexiva que trasciende lo visual.

Al recordar a su hermano mayor, Hernán Lara Zavala, quien falleció recientemente, Magali expresa la gratitud que siente por él y por el legado cultural que dejó en su familia. Según Lara, fue él quien, sin censura, le permitió acceder a su biblioteca, lo que despertó su pasión por la lectura y, por ende, por el arte.

Si pudiera hablar con su versión más joven, Lara le diría que estuviera tranquila, que la obsesión y vocación por su trabajo eran una suerte. En cuanto al futuro, Lara es consciente de los retos que enfrenta la humanidad, desde el cambio climático hasta los desafíos sociales, pero también celebra los avances logrados, especialmente en la lucha por la autonomía y la libertad de las mujeres jóvenes.

A través de Cinco décadas en espiral, Magali Lara sigue siendo una figura crítica, reflexiva y comprometida con la construcción de un arte que hable de la experiencia humana, del dolor, de la identidad y de la resistencia femenina.

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