Despiden y exigen justicia para víctimas de masacre en Salamanca

Con un pase de lista y al grito de “vive”, sepultaron a los 8 jóvenes ultimados en el atrio de una iglesia

Con un largo cortejo fúnebre y el estruendo de los cohetes que marcaban el paso de la marcha de los deudos, amigos y otros habitantes, fueron sepultadas las ocho víctimas de la masacre del pasado domingo en el poblado de San José de Mendoza, en Salamanca, Guanajuato. Paradójicamente, este miércoles se celebraba la fiesta patronal, la de San José.

Momentos antes, el obispo de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, condenó la violencia desde la misa que ofició en un salón particular en donde se encontraban los ocho ataúdes de los muchachos que un comando asesinó mientras convivían afuera de la iglesia en la calle principal de la comunidad rural.

Los féretros de color blanco de Bruno, Fernando, Alexis, Juan, Daniel, Martín, Edwin Miguel y Juan Martín recibieron aplausos y lágrimas de los presentes, en el espacio que fue ataviado de blanco y de cruces.

El obispo Díaz gritó uno a uno los nombres de los jóvenes de entre 17 y 25 años de edad. Fernando (Freddy) tenía nueve años.

Bruno Jesús, ¡Vive! Edwin Yael, ¡Vive! Alexis, ¡Vive! Juan Flaviano, ¡Vive! Daniel, ¡Vive! Miguel, ¡Vive! Fernando, ¡Vive! Juan Martín, ¡Vive!”.

La calle principal de San José de Mendoza se abarrotó de gente que, a pie o en transporte, acompañaron a los muchachos a su última morada, en el cementerio local. Ninguna autoridad se presentó durante la ceremonia.

No necesitamos al alcalde (César Prieto). Nada más ha criminalizado a todas las víctimas de la violencia en Salamanca”, acusó don Ramón.

“EMPEZABAN SU VIDA”

Familiares y amigos recordaron a sus difuntos, de quienes, coincidieron, apenas comenzaban a vivir y, sobre todo, eran unas buenas personas.

La madre de Edwin, Blanca Estela Ríos, calificó a su hijo como un campeón. “Era un príncipe, un gran niño. Nunca lo olvidaré, lo recordaré siempre, siempre”.

La abuela de Daniel sostuvo que hay que sobreponerse a la tragedia.

Daniel era alegre, estudioso, cumplido en sus deberes. Que Dios lo reciba en su santa gloria”, clamó.

Olga Flores Rodríguez, quien fuera la maestra de primaria de los muchachos ultimados, se dijo consternada. “Duele ver todo lo que está pasando. Duele ver morir a los que algún día fueron tus alumnos, a los que llegaste a ver jugando en el patio de la escuela. Que Dios los reciba en el reino celestial, los premie por su valentía, compañerismo y solidaridad”, lamentó la profesora.

Mientras que María de Jesús Hernández, madre de Alexis, exigió “que se haga justicia, no se puede quedar así… que haya más vigilancia, porque ya no pueden ni salir por la inseguridad”.

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