Una obra literaria que contribuyó a la conservación de un ícono mundial.
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El 26 de febrero de 1802 nació en Besançon, Francia, uno de los escritores más influyentes del siglo XIX: Víctor Hugo, autor de grandes obras como Nuestra Señora de París (Notre-Dame de Paris) y Los Miserables. Hugo, líder del movimiento romántico, dejó una huella indeleble en la literatura y la cultura mundial, y su personaje Quasimodo tuvo un impacto tan grande que, en muchos sentidos, salvó la Catedral de Notre Dame de París de la demolición.
En el siglo XIX, la iglesia gótica de Notre Dame estaba en ruinas, y muchos consideraban el estilo gótico como obsoleto. Los parisinos se inclinaban hacia el Renacimiento, y la catedral, que había sufrido daños severos durante la Revolución Francesa, parecía condenada a ser demolida. Sin embargo, Víctor Hugo, en su novela Nuestra Señora de París, dio nueva vida al monumento, convirtiéndolo en un símbolo de amor y resistencia.
El personaje de Quasimodo, el jorobado de la catedral, se convirtió en un emblema de la lucha por preservar lo que representaba no solo el monumento, sino también la historia y la identidad de París. Gracias a la popularidad de la obra, los ciudadanos y las autoridades comenzaron a apreciar la importancia de la catedral, lo que resultó en un renovado esfuerzo para restaurarla.
La Catedral de Notre Dame, que se había deteriorado a lo largo de los siglos, fue restaurada gracias a la influencia de la obra de Hugo y la sensibilización que esta provocó. Nuestra Señora de París hizo que el público, tanto en Francia como en Europa, reconociera la belleza y la importancia histórica del lugar. Hugo escribió en el prólogo de su novela que temía que la iglesia fuera destruida, y su obra no solo salvó a la catedral, sino que también puso en marcha un proceso de restauración que culminó en la preservación de este emblemático monumento.
Hoy, más de 200 años después de su publicación, Nuestra Señora de París sigue siendo un testimonio de la influencia de la literatura sobre el patrimonio cultural. La reciente reconstrucción de la catedral tras el incendio de 2019 confirma que la protección de este símbolo de la historia de Francia es un legado vivo que perdura en el tiempo, gracias en parte a la obra visionaria de Víctor Hugo.