Rusia busca terminar la guerra para salvar su economía, según analistas

La economía rusa se enfrenta a graves dificultades tras tres años de malabares fiscales y una economía militarizada.

Según Alexandra Prokopenko, analista del Centro Carnegie para Rusia y Eurasia, la economía rusa está deseando que termine la guerra debido a los efectos acumulativos de las sanciones internacionales, las dificultades fiscales y la militarización de la economía. A pesar de las afirmaciones del presidente Vladímir Putin de que la economía rusa ha crecido un 4.1% en 2024, los analistas coinciden en que la situación económica es cada vez más frágil.

“La economía rusa ha estado operando como un maratonista bajo esteroides fiscales, pero ahora esos esteroides están pasando factura”, afirmó Prokopenko. A medida que las sanciones y la guerra han afectado a sectores clave, la dependencia de la industria militar se ha incrementado significativamente, lo que ha causado que el crecimiento económico se desacelere y que los sectores no militares se enfríen.

A pesar de la capacidad de Rusia para evadir algunas sanciones mediante esquemas como la ‘flota fantasma’ de petroleros, la preocupación principal radica en las sanciones secundarias que podrían aplicarse a empresas de países como China y Turquía, quienes han sido aliados en la exportación e importación de productos clave.

Además de la desaceleración del crecimiento, la inflación sigue siendo un problema grave. A pesar de los esfuerzos del Banco Central ruso (BC), que en 2022 alcanzó una inflación máxima del 17.83%, la inflación real podría estar entre el 20% y el 40%. La economía rusa ha sufrido a raíz de un déficit fiscal creciente, mientras que las políticas de tasas de interés altas y la manipulación del rublo están afectando aún más a las empresas locales.

Otro cambio significativo en la economía es la creciente expropiación de activos privados, un proceso que ha sido denominado como “sistemático” por economistas. Este proceso ha favorecido a los aliados cercanos al régimen de Putin, lo que genera una creciente concentración de poder en el sector público y privado bajo la influencia de las fuerzas de seguridad y el gobierno.

Prokopenko concluye que “la economía rusa vive bajo una estructura de mando, no de mercado”, y que si la guerra continúa, la situación económica podría empeorar aún más.

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