Causas del déficit de sueño en adolescentes: biología y tecnología afectan su descanso

En los últimos años, los adolescentes duermen menos de las ocho a diez horas recomendadas debido a factores biológicos y el uso excesivo de dispositivos electrónicos, lo que afecta su rendimiento académico, su salud emocional y su bienestar físico.

Los adolescentes están durmiendo significativamente menos que en décadas pasadas, lo que ha generado una preocupación creciente entre los especialistas en salud. Según una investigación reciente, solo el 17% de los jóvenes duermen las horas necesarias para reparar su cuerpo, lo que puede tener consecuencias graves en varias áreas de su vida.

La coordinadora del Área Operativa de la Clínica de Trastornos de Sueño de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Yoali Arana Lechuga, señaló que los adolescentes necesitan entre ocho y diez horas de sueño cada noche, pero los cambios hormonales y la constante exposición a dispositivos electrónicos han reducido este tiempo considerablemente.

La biología juega un papel fundamental en la alteración del sueño de los adolescentes. Durante esta etapa de la vida, los cambios hormonales producen un retraso en la liberación de melatonina, la hormona que indica al cuerpo que es hora de dormir. Este retraso puede ser de hasta una hora y media, lo que provoca que los adolescentes tiendan a irse a la cama más tarde que los adultos y los niños.

Por otro lado, los dispositivos electrónicos también contribuyen a la disminución del sueño. Las pantallas de smartphones, computadoras y otros dispositivos emiten luz azul, que interfiere con la producción de melatonina, incluso cuando los adolescentes intentan relajarse. Esto se suma al estrés académico y las múltiples actividades extracurriculares que los jóvenes enfrentan, lo que los lleva a dormir menos horas de las necesarias.

La carga académica también es un factor clave. Los adolescentes a menudo se ven obligados a quedarse despiertos hasta tarde para completar tareas y estudiar, lo que afecta negativamente su rendimiento escolar y su bienestar emocional. Además, las presiones sociales y familiares, que fomentan la idea de que el descanso puede sacrificarse por el rendimiento académico, agravan aún más la situación.

Los efectos de la falta de sueño en los adolescentes son numerosos y significativos. A nivel académico, la falta de descanso reduce la capacidad de concentración, memorizar información y aprender, lo que impacta directamente su rendimiento escolar. A nivel emocional y conductual, la privación de sueño puede aumentar los niveles de irritabilidad, impulsividad y ansiedad, además de estar asociada con comportamientos de riesgo como el consumo de sustancias y conductas peligrosas.

El impacto físico también es evidente: la falta de sueño puede alterar las hormonas relacionadas con el hambre y la saciedad, aumentando el riesgo de obesidad y sobrepeso. Además, los adolescentes que duermen poco son más propensos a desarrollar problemas de salud mental, como la depresión e incluso pensamientos suicidas.

Para mitigar los efectos de la falta de sueño, los especialistas sugieren varias estrategias. Aunque la biología de los adolescentes no se puede cambiar, se recomienda la implementación de políticas públicas que promuevan un descanso adecuado para los jóvenes, así como fomentar hábitos saludables como la reducción de la exposición a luz artificial antes de dormir, evitar el uso de dispositivos electrónicos y realizar ejercicio regularmente.

Además, se sugiere la creación de un ambiente propicio para el sueño, con luz tenue, sin ruidos molestos, y con una rutina regular para acostarse y levantarse. Aunque algunos adolescentes recurren al consumo de melatonina para regular su sueño, los especialistas advierten que esto debe hacerse bajo supervisión médica.

Con el apoyo adecuado y un entorno más empático hacia las necesidades de descanso de los adolescentes, es posible mejorar significativamente su salud y bienestar general.

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