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El martes 5 de noviembre del año pasado (hace poco más de tres meses) resultó electo presidente Donald Trump (DT) en el vecino país del norte y tres días después -el viernes 8-el Secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard Casaubon (MEC), a nombre del gobierno nacional que encabeza la Presidenta Claudia Sheinbaum, hizo una declaración que hoy cobra mayor relevancia tanto por los acontecimientos de las últimas semanas como por lo que viviremos en los meses siguientes. Al referirse al tema de vinculación económica entre México y Estados Unidos de América, MEC dijo que “esta cooperación es irreversible. Puedes dificultarla un poquito, pero no frenarla; ni nosotros ni Estados Unidos queremos hacerlo”. Es por ello por lo que afirmamos que el proceso de integración de América del Norte ya arrancó y que la colaboración que ya ha iniciado de ambos gobiernos en los temas torales de la relación es un buen síntoma que promete avizorar una nueva etapa de prosperidad compartida para nuestras naciones. Recordemos que desde mucho antes de la elección de DT y ante la posibilidad creciente de que ganara en los comicios las inquietudes e incertidumbres fueron creciendo ya sea por sus posicionamientos tajantes en materias como migración ilegal, seguridad y drogas, o en las referentes al comercio y al proteccionismo que impondría llegando al poder. El escenario de temor, sin duda, convenía a los intereses del nuevo inquilino de la Casa Blanca en la mesa de negociaciones.
Hace apenas cuatro semanas (el 20 de enero), DT asumió las riendas del gobierno de su país y desde su discurso inaugural hemos vivido ya varios episodios que van desde la amenaza de poner aranceles del 25% a todos los productos mexicanos y canadienses(decisión pospuesta y condicionada a la verificación de acciones de los vecinos en para detener el flujo de migración ilegal y el tráfico de fentanilo) hasta la del lunes 10 de febrero en la que anunció impuestos que pueden llegar hasta el 50% (dado que se sumarían otras tasas ya anunciadas sobre otros bienes) en la exportación de aluminio y acero a Estados Unidos para aplicarse el 12 de marzo, según la orden ejecutiva firmada. Como todos sabemos, sobre la amenaza de los primeros aranceles, fue por la prudencia y buena estrategia (“Cabeza Fría”) de la presidenta Claudia Sheinbaum como México pudo sortear esa coyuntura y salir adelante; con argumentos y razones, el equipo mexicano supo poner sobre la mesa un esquema de colaboración binacional que cumple con los principios planteados por nuestro gobierno de respeto a la soberanía nacional y el de asumir una responsabilidad compartida en la atención de la migración pero, sobre todo, en cuanto al tráfico de drogas y en especial el fentanilo que está haciendo serios estragos en la sociedad de aquel lado del Río Bravo. Ahora con el tema del aluminio y el acero parecería ser que también las razones, los argumentos, y la “cabeza fría” por parte de México tienden a imponerse. Ya veremos muy pronto.
Lo cierto es que, como lo ha venido remarcando Marcelo Ebrard, la relación económica se ha convertido en un pilar de estabilidad para ambos socios y que la misma sigue consolidándose como una excelente estrategia de desarrollo regional, por lo que decir que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha sido un éxito no es un discurso político sino una realidad. Recordar que el T-MEC ha fortalecido la cooperación entre los países norteamericanos y que éste se firmó en la anterior administración de Donald Trump no es una cosa menor porque se trata del mismo actor al que (aunque si bien es cierto no es el mismo que en 2016-2020) ya conocemos en sus formas y en sus fondos; por eso, si leemos bien a DT, coincidiremos en que lo único que ha manifestado son ciertas inconformidades sobre la balanza comercial en algunos rubros pero que centralmente ha usado el tema de los aranceles como estrategia de negociación. Siendo así, lo importante para nosotros sería preguntarnos si en las actuales condiciones podemos vernos beneficiados o no. Es decir si las “presiones” de DT sobre migración ilegal; tráfico de drogas y combate a los cárteles mexicanos; y, de manera sustantiva, si en el contexto de la “guerra comercial” contra China que ya ha iniciado podemos encontrar los márgenes necesarios para integrarnos y fortalecer a nuestra nación.
Más allá de su estilo arrogante e intimidante, la verdad y en lo personal, no pienso que Donald Trump sea tonto o que este loco. Pienso que DT está impulsando medidas de un nuevo modelo que me atrevería a bautizar de “proteccionismo regional de Norteamérica” que parte de la base sí de cuidar los intereses de su nación en primera instancia pero que, lo sabe y lo sabe bien a mi entender, no puede lograr sin la participación de sus vecinos tanto del norte como del sur (Canadá y México) porque se trata también de un asunto de geopolítica mundial y para ellos de seguridad nacional. Estoy seguro que, en la negociación comercial que viene, la estrategia ordenada por la Presidenta Claudia Sheinbaum a Marcelo Ebrard de actuar con “cabeza fría” y argumentos, México saldrá adelante y la Integración de Norteamérica será una realidad a partir de esquemas de colaboración y respeto.