México, trato de adversario y no de aliado ni vecino

carlos

A pesar de que México tiene una triple relación con Estado Unidos como vecino, socio comercial y frontera geopolítica, la Casa Blanca de Donald Trump ha decidido darle un trato de adversario rebelde. Este punto es el que explica la formas arrogantes y exigentes del presidente de EU con Palacio Nacional.

A lo largo de la historia en las relaciones en los dos países en el ciclo posrevolucionario, Estados Unidos usó todo su poder para atacar a México y buscar pretextos para aumentar controles en cuando menos tres ocasiones históricas: en 1913 el embajador estadunidense Henry Lane Wilson operó el arresto y asesinato del presidente Madero, en 1969 Nixon y Kissinger caracterizaron a México como trampolín de las drogas y cerraron la frontera californiana y en 1984-1985 Reagan y su embajador John Gavin le dieron a México el estatus de un Iran colapsado como vecino y enjuiciaron a México en su Senado.

Los gobiernos estadunidenses de Bush Sr. a Biden –aunque saltándose el primer periodo de Trump–, la Casa Blanca aplicó los mecanismos tradicionales de presión para obligar a México a jugar los tiempos y enfoques de Washington. La gran victoria bilateral de Washington fue el perfil geopolítico y de seguridad nacional de Tratado de Comercio Libre, sobre todo en los términos aquí señalados de manera insistente del Memorándum Negroponte que señaló que el Tratado subordinaría la política exterior nacionalista de México a los intereses de EU.

Y así fue. El primer conflicto que prefiguró la alianza para geopolítica del Tratado ocurrió en 1989 con la invasión de Bush Sr. a Panamá para arrestar, en un acto de soberbia de extraterritorialidad, al gobernante general Manuel Antonio Noriega, sin que Estados Unidos explicara antes uno de los mayores enredos de seguridad nacional: como director de la CIA, George Bush Sr. contrató a Noriega para que trabajara como agente a sueldo y luego como presidente lo arrestó por usar esa cubierta de la CIA para traficar droga.

El gobierno de Salinas de Gortari no denunció la invasión estadunidense porque ya estaban encaminados los primeros pasos de la globalización vía el Tratado. Con Salinas de Gortari y el Tratado México dio por cancelada su vertiente nacionalista que se nutría del conflicto histórico de 1844-1845 cuando Estados Unidos fabricó la invasión de México para quitarle la mitad de su territorio.

Por la vía del Tratado, Salinas de Gortari estableció el criterio geopolítico de que los dos países debieran superar esos problemas históricos y buscó que el Tratado configurara la relación entre las dos economías como interdependientes, pero por la falta de un programa de industrialización y de modernización agropecuaria México quedó como el pariente pobre del Tratado.

Los presidentes americanos de Bush Sr. a Biden apaciguaron el conflicto histórico de 1844-1845 y no le exigieron a México que liquidara su vena nacionalista, quizá porque el escenario geopolítico antiestadunidense había sido ya liquidado y los gobiernos mexicanos de Salinas de Gortari a Peña Nieto aceptaron la subordinación económica y desnacionalizaron su diplomacia.

Los desacuerdos entre las dos naciones se sobrellevaron por la vía diplomática, aunque en realidad fueron muy pocos; el caso cubano que causó estragos ideológicos en Washington perdió importancia porque los últimos años de Castro y los posteriores a su muerte perfilaron una Cuba ya sin credibilidad ideológica en el mundo.

Los presidentes americanos anteriores a Trump apretaron presiones sobre México por el problema de la droga y fueron tolerantes con los migrantes. Sin embargo, el gobierno de López Obrador decidió no combatir a los cárteles del narco y azuzó las caravanas de migrantes hacia EU, lo que provocó la ira de Trump en 2020 cuando obligó a López Obrador y a su canciller Marcelo Ebrard Casaubón a frenar el paso migratorio con el uso enérgico de guardias nacionales. Y Trump forjó su campaña de 2016 acusando a los migrantes mexicanos de narcos.

SI México abusó de la paciencia americana en materia de narco y migrantes, Trump encontró en esa agenda una forma de reafirmación de sus bases conservadoras internas. Por eso asumió la línea estratégica de terminar con la percepción de México como socio y vecino y aliado, lo está asumiendo por segunda ocasión como adversario y le está dando un trato de país hostil.

Sin embargo, Trump no tiene un proyecto para México y tendrá que seguir lidiando con los enfoques nacionalistas vigentes.

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