V DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C (Lucas 5, 1-11) – febrero 9, 2025
Isaías 6, 1-2.3-8; Salmo 137; Corintios 15, 1-11
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La liturgia de hoy nos recuerda que todos somos llamados a seguir a Jesús, a ser sus colaboradores, atrayendo cada vez más gente, a él, a su amor y al Reino de su Padre.
Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Reflexión:
¿Cómo seguir mejor a Jesús?
Durante el Tiempo Ordinario, la liturgia nos ayuda a conocer a Jesús: qué dice, qué hace, con quién interactúa, cuál es su manera de proceder; y así saber cómo es Él como persona y cuál es su propuesta. San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, nos invita precisamente a conocer a Jesús, internamente, de cerca, personalmente, para que más le ame (me enamore de su persona y proyecto) y así desde ese amor colabore con él en su misión salvadora.
Jesús, es nuestro modelo de como ser persona, auténtico, sincero y de bien, y me ayuda a conocerme a mí mismo, poder trabajar en lo que me lleve a ser mi mejor versión (a su imagen y semejanza). Como en toda relación interpersonal, se necesita de diálogo, de presencia, de intimidad; eso, en el caso del encuentro con Jesús, lo alcanzamos mediante la fe y la oración.
Al igual que a Isaías, hoy el Señor me pregunta, “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?” … y yo podría responder, de igualmente, “Aquí estoy, Señor, envíame”. (cfr. Isaías 6, 1-2.3-8)
También yo puedo ser Pedro, Santiago o Juan, a quién Jesús les dice “lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”… me dice hoy, allí en mi trabajo de oficina, en el taller, en la casa o escuela, donde vivo mi vida … “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
Lo más probable es que, cuando voy conociendo más y mejor a Jesús, en la oración, mi respuesta será la misma de ellos … “dejándolo todo, lo siguieron”.
Nos invita a seguirlo, no por porque seamos perfectos, sino porque ante todo y sobre todo, queremos estar disponibles para la causa del reino de Dios… porque nos atrae su manera de ser y de amarnos. Seguir a Jesús, es transitar ´por sus caminos, es poner los dones recibidos, al servicio de su proyecto de humanización de las personas, que es proyecto de vida y de felicidad para todos, y principalmente de los que sufren.
Ahora, de nuestra parte, al ir conociendo a Jesús, lo encontraremos en la vida, en todo y en todos, y si estamos atentos, podremos escuchar que nos dice: “Sígueme”.
¿Cómo puedo profundizar mi amistad con Jesús?… ¿Qué es lo que me puede impedir, hacerle caso a Jesús, si solo quiere mi bien?… ¿Cómo suscitar esperanza en nuestra sociedad?
Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
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