Neurólogos, psicólogos y filósofos las han abordado desde sus respectivas trincheras y con resultados diversos.
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En México, el antropólogo Roger Bartra (Ciudad de México, 1942) les ha dedicado décadas y varios libros, el más reciente Antropología del cerebro (Grano de sal), volumen que vuelve a circular con la variante de que el investigar defiende la existencia del libre albedrío.
Este libro es producto de su interés por el cerebro, ¿en qué cambia esta edición respecto a la anterior?
La novedad del libro se centra en su segunda parte, es decir, en el tema de la libertad y el libre albedrío. Ahí desarrollo la idea de que, aunque es escaso, es compatible con el determinismo. Al epílogo le agregué un comentario a tres obras de neurólogos muy recientes que han abordado el tema del libre albedrío básicamente para negarlo. Yo en cambio, lo defiendo y critico esas ideas deterministas.
Entre los neurólogos que cuestiona uno es Robert Sapolsky…
Sí, él desarrolla una idea que aunque es un neurólogo, la expresa en términos más o menos neurológicos, también se mete a los territorios de la cultura y todo lo demás. Para Sapolsky todo está determinado. No existe el libre albedrío en ningún rincón de la vida humana ni de nada. Esta tesis es la continuación del antiguo calvinismo que negaba la libertad humana, solo que esta corriente lo hacía desde un determinismo religioso no científico.
La conciencia implica más que percatarse de algo, sino verdaderamente estar consciente. Cualquier animal, incluso los más elementales, se percata y tiene noción de su entorno, la cual sirve para guiarse, conseguir alimento, reproducirse, etcétera. Eso lo compartimos con todos. Sin embargo, el ser humano es el único animal que es consciente de que es consciente, se percata de que está percatándose. Y eso genera que el Yo o el ego haga que cada uno de nosotros sienta y constituya un flujo individual de sentimientos, ideas, recuerdos que constituyen una identidad individual. Eso no existe en el resto de los animales, entre otras cosas porque no tienen un lenguaje simbólico y estructurado. La conciencia es lo que nos permite darnos cuenta de esto y va asociada al lenguaje.
La conciencia se desarrolla de manera temprana. Cuando nace una persona carece de ella. No es que no se percate, porque hasta un bebé, se percata del entorno, de su madre o de si tiene frío o hambre. Pero llega un momento, que suele ser cuando se desarrolla la capacidad de hablar, en que se da cuenta de que es una entidad separada, distinta de ese medio. Se suele poner el ejemplo de que lo primero que denota esa sensación de separación con respecto a los otros y al mundo exterior es cuando el niño cuela una mentira porque sabe que eso no es cierto, pero logra pasarlo como verdad y entonces se da cuenta de esa diferencia entre su interior que sabe que ha dicho una mentira.
En principio, casi toda la gente cree que se decide libremente, aunque esto no es completamente cierto. Gran parte de lo que hacemos está determinado. Que hablemos español o tengamos ciertas costumbres se debe a que nacimos en México y eso no lo hemos determinado nosotros. Así un montón de cosas de carácter social y cultural, pero además heredamos un bagaje genético que determina muchas cosas. Sin embargo, existen posibilidades de libre albedrío y tomas de decisiones bastante complejas como las inclinaciones políticas o profesionales. Hay un montón de decisiones que, aunque estén influidas por el medio, de todas maneras, son libres. Esta libertad no ocurre enteramente dentro del cerebro, sino que circula en lo que llamo exocerebro. Ese es un proceso social, porque la toma de decisiones no es cien por cien individual, implica interacciones con nuestras familias, vecinos, amigos y con la sociedad que vivimos.
Así es. La verdadera libertad, efectivamente, se da en el conjunto de decisiones que se desencadenan en el circuito social, en la deliberación, el pensamiento junto con otros, en la conversación y en el meditar lentamente qué es lo que vamos a hacer. Ese es un territorio que no pueden investigar los neurólogos. La libertad existe porque hay conciencia, en el sentido, de ser conscientes de que somos conscientes.
Prefiero hablar de libre albedrío para decidir. Libertad es un concepto más político, más general. Si hay elecciones en México, mi voto por determinado partido es una decisión que tomo en deliberación con otros. Habiéndolo discutido, leído periódicos y revistas, habiendo observado el entorno es como llego a lo que es una decisión libre.
Estas herramientas, conocidas generalmente como formas de Inteligencia Artificial, son realmente inteligentes en muchos aspectos. Esos robots le ganan a cualquier humano en el ajedrez, en juegos, en la capacidad de reconocer caras, pero carecen de conciencia. Existe el temor de que seamos esclavos de la Inteligencia Artificial, pero la realidad es que es sumamente difícil que hoy una máquina tenga conciencia y por lo tanto libertad. En mi libro Chamanes y robots hablo de esto, ahí intento discuto la posibilidad de que surja una conciencia artificial.