El Día de la Candelaria, celebrado el 2 de febrero, mantiene su vigencia gracias a su historia cultural, su adaptación lúdica y su impacto económico, que superará los mil 500 millones de pesos en 2025.
La tradición del Día de la Candelaria, que se celebra cada 2 de febrero, ha logrado mantenerse vigente no solo por su aspecto religioso, sino también por su profunda historia cultural, su adaptación festiva y su impacto económico, que en 2025 superará los mil 500 millones de pesos a nivel nacional.
María Angélica Galicia Gordillo, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, destaca que la perdurabilidad de esta festividad se debe a su capacidad de transformación y adaptación a lo largo del tiempo. “La robustez de esta conmemoración radica en su sincretismo, que fusionó rituales mesoamericanos con tradiciones españolas durante la época colonial”, explica.
En la cosmovisión prehispánica, esta fecha coincidía con rituales en los cerros, considerados contenedores de vida, donde se realizaban sacrificios. Con la llegada de los españoles, los frailes permitieron que los habitantes continuaran con sus festividades, pero sustituyeron los sacrificios por la veneración del Niño Jesús, dando origen a una celebración que combina elementos religiosos y culturales.
Uno de los elementos más emblemáticos del Día de la Candelaria es el consumo de tamales, tradición que tiene sus raíces en el desgrane de la mazorca de maíz. Según Galicia Gordillo, los tamales se integraron al culto como un platillo festivo y unificador, aprovechando que las hojas del maíz estaban disponibles en esa época del año.
La investigadora relata que, durante la evangelización, los misioneros franciscanos permitieron que los indígenas incluyeran la comida en sus rituales. “Si estoy dejando que los indígenas veneren a los santos, con todos los mimos y gracias, pues que se incluya a la comida, ¿qué comida hay? Tamales”, refiere la especialista.
La Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, Servicios y Turismo estima que, en 2025, la festividad generará una derrama económica superior a los mil 500 millones de pesos a nivel nacional. Este impacto se debe principalmente al consumo de tamales, atole y la compra de vestimenta para los “niños Dios” que se visten y llevan a bendecir a los templos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2023 existían más de 13 mil negocios registrados dedicados a la producción y venta de tamales, un aumento significativo comparado con los 7 mil 224 expendios reportados en 2017.
Galicia Gordillo subraya que la tradición ha sobrevivido porque se ha adaptado a las necesidades y gustos de las generaciones recientes, adoptando un carácter lúdico y emotivo. “La festividad no solo se apoya en el aspecto religioso, sino también en la idea de celebración y convivencia”, afirma.
Aunque algunas familias siguen al pie de la letra las normas religiosas, buscando padrinos para el Niño Jesús y organizando fiestas donde no faltan los tamales, la mayoría de los mexicanos celebra esta fecha como una oportunidad para reunirse y disfrutar de una tradición que une pasado y presente.
Con su riqueza cultural, su impacto económico y su capacidad de adaptación, el Día de la Candelaria sigue siendo una de las festividades más queridas y representativas de México.