Saquon Barkley corre por la historia

El dolor es un compañero silencioso en la vida de un corredor. Se sumerge en los músculos, se oculta en las articulaciones y se arrastra por la mente en las noches largas después del partido. Pocos lo saben mejor que Terrell Davis, el hombre que en 1998 escribió su nombre en la historia de la NFL a fuerza de yardas, pero también de sufrimiento. Y ahora, Saquon Barkley, a sólo 147 yardas de romper su legendaria marca, se encuentra en ese mismo lugar: una frontera entre la grandeza y el sacrificio.

Aquella tarde en San Diego, en el Super Bowl XXXII, Davis dejó una de las imágenes más crudas del futbol americano. Con Broncos a las puertas de la zona de anotación, el dolor le explotó en la cabeza con la furia de mil tambores. Una migraña devastadora lo dejó ciego momentáneamente. John Elway, su quarterback se le acercó.

Davis ingresó, incapaz de distinguir colores o formas, y Packers mordió el anzuelo. En la siguiente jugada, ya con algo de visión recuperada, corrió directo a la zona de anotación. Terminó aquel partido con 157 yardas terrestres y tres touchdowns, un rendimiento que parece imposible bajo tales condiciones.

Barkley lo sabe. Lo ha sabido cada vez que su cuerpo ha amenazado con traicionarlo. Desde sus años universitarios hasta la NFL, las lesiones han sido su enemigo más insistente. Una rodilla destrozada aquí, un tobillo que se niega a sanar allá, semanas interminables de rehabilitación, siempre con la incertidumbre de si el siguiente paso será el último. Esta temporada, su cuerpo ha aguantado, pero no sin costo. Cada defensa que lo enfrenta lo golpea con el peso de la historia, como si supieran que están tratando de detener algo más que a un simple corredor: están deteniendo la búsqueda de un legado.

El domingo, en la final de la Conferencia Nacional, Barkley no sólo enfrentará a Commanders, ni únicamente correrá por un boleto al Super Bowl, tomará el balón con los fantasmas del pasado respirándole en la nuca. La marca de 2,476 yardas de Davis alguna vez se sintió inalcanzable, como esas leyendas que parecen estar hechas de un material distinto, más resistente, más puro. Pero ahí está Barkley, con 2,329 yardas, listo para desafiar el pasado y dejar su nombre para el futuro.

Tomás Badaloni, delantero de Necaxa, tiene confianza en Nicolás Larcamón y el equipo que ha armado para el Clausura 2025.

Barkley tiene 438 yardas terrestres y cuatro touchdowns en cuatro juegos de playoffs en su carrera, incluyendo 324 yardas terrestres en esta postemporada. El domingo, puede convertirse en el cuarto jugador en la historia de la NFL con al menos 500 yardas terrestres y cinco touchdowns terrestres en sus primeros cinco juegos de postemporada en su carrera y el sexto jugador de todos los tiempos con al menos 400 yardas terrestres en una sola postemporada

Davis demostró que la grandeza no está sólo en el talento, sino en la capacidad de aguantar. Aguantar cuando la cabeza estalla, cuando las piernas pesan, cuando el miedo susurra que tal vez no puedes más. El domingo, cuando Barkley se alinee detrás de su línea, cuando el balón se estampe en su pecho y la defensa de Washington se abalance sobre él, habrá un momento de duda.

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