5.- Trump 2.0: limpieza étnica, guerra fría 2.0 y Michelle Obama

carlos ramirez

WASHINGTON, D.C.- Entre muchos de los simbolismos que dejó la toma de posesión de Donald Trump como 47 presidente de Estados Unidos se deben destacar cuando menos tres:

1.- La decisión de poner en orden a las desordenada inmigración ilegal de millones de personas sin pasar por requisitos legales y buena parte de ellos con antecedentes delictivos, pero con indicios de que podría estar mandando mensajes de que no se trata de reordenar la migración sino de una verdadera limpieza étnica que estaría terminando con algunos beneficios de ciudadanía a quienes llegaron sin cumplir requisitos legales pero nacieron dentro del territorio americano.

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2.- El regreso a la centralidad del poder estadounidense en materia militar y geopolítica, aunque todavía sin mucha claridad respecto a cómo gestionar los nuevos equilibrios políticos e ideológicos con el fortalecido bloque de Rusia-China-India-Corea del Norte y con el creciente papel dominante de China en el comercio mundial. En EU apenas están tratando de analizar los alcances de la reconstrucción de la ruta de la seda que significaría una expansión en comercial marítimo de China.

3.- El único acto real de protesta simbólica que fue desdeñada por el equipo de Trump pero que envió un mensaje que no se debe desatender: la ausencia en la ceremonia de Michelle Obama, esposa de Barack Obama, con declaraciones previas de que no aceptaba el discurso machista del presidente Trump. Este acto de dignidad contrastó con la sumisión de Hillary Clinton, esposa del presidente Bill Clinton, quién fue humillada otro en la campaña de 2016. Las primeras versiones han dejado entrever la posibilidad de que Michelle Obama pueda jugar un papel importante en las próximas elecciones presidenciales en las que Trump no se podrá reelegir.

La agenda de órdenes ejecutivas de Trump mostró un mensaje racial de largo alcance: prácticamente cerrar las fronteras migratorias que fueron abiertas de par en par por el Gobierno de Biden, pero modificando también en lo interno las circunstancias por las cuales se puede acceder a permisos de trabajo o ciudadanía. Aquí es donde algunos analistas percibieron los perfiles de una limpieza étnica, porque estaría implicando el cambio de reglas para restringir ciudadanías a extranjeros y deportaciones masivas sin pasar por tribunales legales.

Las decisiones de Trump en materia migratoria son las más radicales y excluyentes que las que hayan tomado anteriores presidentes demócratas y republicanos, pero estarían siendo coherentes con el desorden que propició la administración Biden durante cuatro años al abrir sin control las fronteras migratorias y permitir el ingreso atropellado de personas que no pasaron por los filtros de seguridad. Trump ha magnificado la existencia de nuevas zonas internas de inseguridad y violencia ahora controladas por bandas de delincuentes con orígenes hispanos, sobre todo colombianos, venezolanos y mexicanos.

La decisión de caracterizar a los cárteles del narcotráfico como terroristas estuvo cantada con anticipación, a pesar de la existencia de criterios legales que dificultarían su puesta en operación inmediata y más complicada su operación extraterritorial. Sin embargo, el presidente Trump aprovechó el tiempo político de su toma de posesión como luna de miel para tomar esa decisión que todavía tiene que pasar por tamices legales y legislativos que podrían desactivar su potencialidad, pero por lo pronto se habría avanzado en la decisión de encarar a los cárteles del narcotráfico en México, aunque todavía sin que haya decisiones locales para combatir dentro de Estados Unidos a las estructuras de nueve cárteles mexicanos que tienen el control del contrabando, distribución, venta al menudeo y lavado de beneficios del narcotráfico.

Con su victoria, su toma de posesión, su discurso inaugural y sus primeras órdenes ejecutivas, Trump estaría regresando a la reconstrucción de una hegemonía política, geopolítica y militar que no se había visto desde la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989). La justificación de este fortalecimiento imperial de Estados Unidos se encuentra en el enfoque de Trump de que Estados Unidos perdió hegemonía y dominio después del colapso de la Unión Soviética, pero a costa de perder la centralidad militar, nuclear, económica e industrial.

Donald Trump abrió, en los hechos, una segunda fase de la guerra fría que había terminado en 1989-1991, y la vecindad mexicana representará para México un verdadero desafío de estrategia de seguridad nacional

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Política para dummies: La fuerza de la política suele tener ciclos descendentes en las políticas de la fuerza.

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