La ola de frío en Washington cambia las tradiciones de la toma de posesión presidencial, marcando una ceremonia distinta pero llena de simbolismo histórico.
La segunda investidura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos rompió con la tradición al llevarse a cabo al interior de la Rotonda del Capitolio, una decisión motivada por las bajas temperaturas que azotan Washington. Este evento, que históricamente se celebra al aire libre frente a la multitud en la Explanada Nacional, marca un nuevo capítulo en las ceremonias presidenciales.
A lo largo de la historia, las tomas de posesión han evolucionado desde la austera ceremonia de George Washington en 1789 hasta los fastuosos actos actuales. Aunque desde 1933 la Constitución fija el 20 de enero como fecha oficial para la investidura, las ceremonias han variado en lugar y formato. En esta ocasión, Trump optó por un recinto cerrado, como también lo hizo Ronald Reagan en 1985 debido a condiciones climáticas similares.
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El cambio de sede no solo evitó la tradicional imagen de la multitud frente al Capitolio, sino que alteró otros elementos clave de la ceremonia. La ya emblemática fotografía del presidente jurando frente a cientos de miles de asistentes quedó fuera, mientras que el desfile hacia la Casa Blanca se suspendió para dar paso a un evento especial en el estadio Capital One.
La toma de posesión presidencial es un acto cargado de simbolismo que representa la transición pacífica del poder. Aunque Trump rompió esta tradición al no asistir a la investidura de Joe Biden en 2021, en su primera toma de posesión en 2017 sí respetó otras prácticas históricas, como la escritura de una carta para su sucesor, una tradición instaurada por Ronald Reagan en 1989.
El baile inaugural, una tradición que se remonta al presidente James Madison en 1808, también se llevó a cabo en esta ocasión en un entorno modificado debido a los cambios logísticos. Esta velada, que suele estar rodeada de glamour y protagonizada por el primer baile entre el presidente y la primera dama, continuó siendo uno de los puntos álgidos del día.
Pese a los ajustes, Trump reafirmó su sello particular en esta ceremonia, dando inicio a su segundo mandato en medio de circunstancias que, aunque inusuales, lograron mantener el espíritu histórico y solemne del evento.