El regreso de Trump a la presidencia plantea dudas sobre su enfoque hacia Irán, tras sus políticas de presión económica y tensiones diplomáticas durante su primer mandato.
El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025 abre una nueva etapa en las relaciones entre Estados Unidos e Irán. Tras cuatro años de políticas confrontativas y decisiones que elevaron las tensiones en el Medio Oriente, la comunidad internacional se pregunta si Trump continuará con la misma estrategia o adoptará un enfoque diferente hacia el régimen iraní.
Durante su primer mandato (2016-2020), Trump se centró en una política de confrontación directa con Irán, buscando reducir su influencia en la región y debilitar su economía. La decisión más destacada fue su salida unilateral del Acuerdo Nuclear de Irán (JCPOA) en 2018, calificándolo como un pacto fallido que acercaba a Irán al desarrollo de armas nucleares. Esta acción, a pesar de las críticas internacionales, fue una de las principales promesas de campaña de Trump, quien argumentó que el acuerdo era ineficaz y que su política debía centrarse en presionar económicamente al régimen iraní.
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Con el regreso de las sanciones económicas, Trump impuso severas restricciones a las exportaciones de petróleo iraní y las transacciones financieras internacionales. La economía iraní sufrió grandes pérdidas, lo que exacerbó la crisis económica interna, afectando principalmente a los ciudadanos comunes.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de “máxima presión”, el gobierno de Irán continuó con sus actividades nucleares y regionales. Esta situación fue reconocida por Robert Malley, enviado especial de Estados Unidos para Irán, quien admitió en 2022 que la política no había logrado frenar el accionar del régimen iraní.
Uno de los episodios más notorios durante la presidencia de Trump fue el asesinato del general Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC). En enero de 2020, Trump ordenó el ataque aéreo en Bagdad que acabó con la vida de Soleimani, una figura crucial en la lucha contra ISIS, según la narrativa iraní. Este ataque fue percibido como una violación de la soberanía de Irán y aumentó las tensiones en la región. Irán respondió con represalias, y las relaciones entre ambos países se deterioraron aún más.
En cuanto a la designación del IRGC como organización terrorista extranjera en 2019, esta medida ha complicado cualquier posibilidad de acercamiento diplomático. La clasificación del IRGC como una entidad terrorista por parte de Estados Unidos impuso restricciones adicionales a la capacidad de Irán para operar en el ámbito internacional y aumentó las tensiones con sus aliados en el Medio Oriente.
Durante su mandato, Trump también expresó apoyo a las protestas internas en Irán, particularmente durante las manifestaciones de 2019 contra el aumento de los precios del combustible. En diversas ocasiones, Trump mostró su simpatía por los manifestantes, lo que fue interpretado por Irán como una injerencia en sus asuntos internos y como una amenaza a su seguridad nacional.
Ahora que Trump asume nuevamente la presidencia en 2025, la gran incógnita es qué camino tomará en su relación con Irán. Si decide mantener las políticas de confrontación, es probable que las tensiones continúen escalando, con un impacto negativo en la seguridad regional y en las relaciones bilaterales. Sin embargo, existe la posibilidad de que busque una nueva estrategia que podría incluir un acercamiento para negociar un nuevo acuerdo, tal vez un acuerdo nuclear modificado, bajo la condición de que Irán garantice que no está desarrollando armas nucleares.
Irán, por su parte, ha manifestado su disposición para negociar bajo ciertas condiciones, principalmente el levantamiento de las sanciones económicas, que son cruciales para la recuperación económica del país. Aunque Trump ha expresado en repetidas ocasiones que está dispuesto a negociar si Irán garantiza que no busca armas nucleares, la cuestión sigue siendo compleja.
El futuro de las relaciones entre Estados Unidos e Irán dependerá de las decisiones que tome Trump durante su nuevo mandato. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención, ya que cualquier cambio en la política hacia Irán podría tener repercusiones de gran alcance no solo en la región del Medio Oriente, sino también en las dinámicas globales de seguridad y economía.