El nuevo Trum, el nuevo proteccionismo y la globalización

Mucha incertidumbre ha generado Donald Trump (DT) con sus posicionamientos estruendosos con los que literalmente está amagando a todo el mundo con advertencias contundentes de que impondrá, o intentará imponer, nuevas reglas del juego político y económico a nivel global. Desde que se convirtió, en noviembre pasado, en el virtual presidente de la primera potencia mundial al ganar arrolladoramente las elecciones de su país y en las que también logró el control pleno del Poder Legislativo, que le permite impulsar y operar con mayor contundencia sus decisiones, se la ha pasado –como dicen algunos- “disparando en redondo”. Las características del poder que ahora ejercerá DT son diferentes a las de su primer periodo presidencial (2016-2020) dado que los contrapesos que tuvo del Partido Demócrata en su momento ahora ya no existen por lo que estamos ante la presencia de un nuevo Trump; asimismo, el entorno global también es diferente al de hace algunos años dado que el avance económico y la expansión de Asia en general y de China en particular en la última década ha sido vertiginoso y ha prendido las alertas del gobierno estadounidense en cuanto a la conservación de su hegemonía mundial. A grandes rasgos eso es lo que explica el nuevo proteccionismo del gobierno que encabezará Donald Trump y que no debe de sorprendernos dado que, aunque hubiese ganado Kamala Harris la elección presidencial, estaríamos enfrentando un fenómeno similar tal vez no tan estruendoso en los dichos pero si en los hechos.

Ante la incertidumbre, la alarma desbordada y hasta el pánico que ha infundido DT en algunos actores y sectores he recuperado un documento de Mario Baena Upegui (abogado de la Universidad Libre de Bogotá, Colombia) cuyo título es “Globalización, proteccionismo y librecambio” y quien es autor de libros como “De lo empírico a lo racional”, “Lógica y psicoanálisis” y “Diálogos de Saberes”. En el artículo referido que aparece publicado en el volumen 6, No, 12, de Semestre Económico de la Revista de la Universidad de Medellín, nos precisa Baena (siguiendo a Anthony Giddens, teórico y político inglés, y en Boaventura de Sousa Santos, profesor portugués en Coimbra y Wisconsin) que “la globalización viene siendo enseñada y aprendida como una noción del sentido común; ofrece certezas ideológicas en ausencia de crítica, es decir, apologética del modelo actual de producción y sujetación ideológica de los individuos a escala universal en el mundo contemporáneo” y nos señala que “lo fundamental de la globalización, que duda cabe, es lo que se ha conocido como mundialización o internacionalización de las relaciones de producción capitalistas llevadas en hombros por las mal llamadas Empresas Transnacionales (ETN)” y que “se trata no solamente de un fenómeno de producción, de comunicación, de financiación y de comercialización, de tal movilidad que transforma el tiempo y el espacio habituales, sino también de naturaleza jurídica, política, social y cultural”. Remata Baena Upegui sosteniendo que hay, o gran ingenuidad o desconocimiento de la interrelación de estructuras.

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Sin duda es un documento que no tiene desperdicio y que nos ayuda a entender mejor lo que estamos viviendo. Refiere y cita al profesor portugués Boaventura de Sousa Santos cuando afirma que “el proceso de globalización es, por tanto, selectivo, dispar y cargado de tensiones y contradicciones. Pero no es anárquico. Reproduce la jerarquía del sistema mundial y las asimetrías entre las sociedades centrales, periféricas y semiperiféricas. No existe, entonces, un globalismo genuino. Bajo las condiciones del sistema mundial moderno, el globalismo es la globalización exitosa de un localismo dado. Esta es mi definición de globalización: Es un proceso a través del cual una determinada condición o entidad local amplía su ámbito a todo el globo y, al hacerlo, adquiere la capacidad de designar como locales las condiciones o entidades rivales”.

La globalización actual está imponiendo nuevas estrategias de proteccionismo en los bloques comerciales y hoy podemos hablar de “localismo globalizado o globalismo localizado” mismas que en la definición de Anthony Giddens nos dice que “la globalización puede definirse como la intensificación de relaciones sociales planetarias, que aproximan a tal punto los lugares distantes que los acontecimientos locales sufren la influencia de hechos ocurridos a miles de kilómetros y viceversa. Para decirlo en forma más sencilla, se trata de la influencia de lo local en el ámbito mundial y de la influencia de lo mundial en lo local. Para el primer caso, es evidente que las empresas trasnacionales imponen sus políticas económicas y de poder a las localidades más lejanas de la periferia, mientras que, para el segundo, es igualmente evidente que quien pretende producir o tener influencia mundial debe hacerlo no en las condiciones locales, sino bajo estándares internacionales; estas condiciones se imponen cada vez más a quien quiera competir con éxito”.

Estamos ante un nuevo Donald Trump con estrategias de un nuevo proteccionismo en el contexto de una globalización que impone nuevos derroteros. A nosotros nos toca adaptarnos a las nuevas dinámicas y, sin romanticismos pero con mucho nacionalismo, ser muy prácticos e insertarnos a jugar un papel que beneficie a nuestra nación. En esa ruta, la presidenta Claudia Sheinbaum y el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, tienen un gran reto y merecen el respaldo de todo el pueblo de México.