Con la ciudad devastada por los incendios y los seguros enfrentando serias dificultades, la recuperación de Los Ángeles se perfila como una tarea monumental
Los incendios forestales de Palisades y Eaton, que comenzaron el martes en el condado de Los Ángeles, han dejado una huella de devastación que probablemente se mantendrá en los libros de historia como dos de los incendios más destructivos que California haya enfrentado. En tan solo cuatro días, más de 34,000 acres han sido arrasados, más de 10,000 estructuras destruidas y al menos 10 personas han perdido la vida, mientras continúan las labores de rescate y extinción de fuego.
El fuego de Palisades ha alcanzado la tercera posición en la lista de los incendios más destructivos de California, y Eaton lo sigue de cerca en la cuarta posición. Con miles de hogares, comercios y lugares emblemáticos reducidos a escombros, la magnitud de los daños es tan inmensa que las autoridades aún no pueden calcular la extensión total de la destrucción. Desde iglesias, escuelas, hasta bancos y restaurantes, todo ha quedado consumido por las llamas.
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Un panorama desolador
El panorama en Los Ángeles es devastador. Las imágenes de la tragedia, que muestran la diferencia entre el antes y el después de los incendios, reflejan no solo la destrucción física, sino también el sufrimiento humano que se esconde detrás de cada casa arrasada y cada vecindario destruido. “Todo se quemó. Todo desapareció”, dijo entre lágrimas una mujer de Altadena, mientras observaba lo que alguna vez fue su hogar.
El viento, el enemigo constante en este desastre, ha propagado las llamas con rapidez, desbordando los esfuerzos iniciales de los bomberos. Aunque los vientos amainaron un poco, se prevé que las condiciones climáticas empeoren nuevamente, haciendo más difícil el control del fuego. Mientras tanto, el número de víctimas fatales sigue aumentando, y los equipos de búsqueda continúan revisando escombros con el apoyo de unidades caninas en busca de más sobrevivientes o cuerpos.
El impacto en la industria del seguro
Este desastre no solo ha devastado físicamente al condado, sino que ha puesto en evidencia las fallas de un sistema de seguros que no está preparado para los riesgos cada vez mayores del cambio climático. De acuerdo con estudios de la Universidad de California en Berkeley, las aseguradoras se ven incapaces de ajustar sus tarifas a los riesgos crecientes derivados de incendios como los de Palisades y Eaton, debido a las regulaciones estatales que exigen que los aumentos de precios se basen en pérdidas pasadas, no en riesgos futuros. Como consecuencia, grandes compañías de seguros como State Farm y Allstate han abandonado el mercado en áreas de alto riesgo, lo que deja a miles de californianos sin protección.
El futuro incierto de los seguros
La creciente inseguridad financiera y la falta de recursos para asegurar las propiedades en áreas de alto riesgo están obligando a más residentes a recurrir al FAIR Plan, un seguro de último recurso, aunque este programa también enfrenta grandes desafíos. En Pacific Palisades, por ejemplo, la exposición a pérdidas ha alcanzado los 5,900 millones de dólares, lo que aumenta la presión sobre un sistema ya sobrecargado.
Crisis total
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, y el jefe del Departamento de Bomberos de Los Ángeles, Kristin Crowley, han reconocido que los recortes presupuestarios y la falta de recursos han limitado la capacidad del departamento de bomberos para enfrentar estos incendios de gran magnitud. El LAFD, que ha respondido a un número de emergencias que ha duplicado las cifras de hace una década, enfrenta un déficit de recursos humanos y materiales, lo que ha exacerbado los desafíos durante esta crisis.
Desafíos por delante
Mientras la ciudad y el condado siguen luchando por controlar las llamas y mitigar los daños, la crisis que enfrentan los residentes y las autoridades es mucho más que una emergencia de bomberos. La escasez de fondos, la infraestructura insuficiente y la creciente inseguridad en la industria de los seguros obligan a los californianos a reconsiderar sus expectativas de seguridad en un estado que sigue siendo vulnerable a las tragedias naturales.
