Julio Scherer, influyente periodista y escritor mexicano, falleció en 2015 a los 88 años. Su legado permanece en la historia del periodismo como un baluarte de la crítica al poder y la libertad de expresión.
Julio Scherer García, uno de los periodistas más influyentes de México, dejó un legado imborrable en el periodismo nacional, marcado por su firme postura crítica hacia los gobiernos de turno y su incansable búsqueda de la verdad. Director del periódico Excélsior entre 1968 y 1976, Scherer fue además fundador del influyente Semanario Proceso, que se convirtió en uno de los referentes más importantes para el periodismo de investigación en el país.
A lo largo de su carrera, Scherer tuvo una relación cercana con los presidentes de México, desde Gustavo Díaz Ordaz hasta Enrique Peña Nieto, sin embargo, su cercanía con el poder nunca significó una sumisión. A pesar de su contacto directo con los más altos niveles del gobierno mexicano, Scherer nunca dejó de criticar lo que consideraba los males más persistentes del país: la corrupción y la impunidad. Su crítica hacia los presidentes de México nunca fue complaciente, pues entendía el periodismo como un contrapeso al poder, como un derecho inalienable de la sociedad.
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Su relación con los presidentes mexicanos era compleja y, a menudo, volátil. Durante el gobierno de Díaz Ordaz, Scherer, quien era subdirector de Excélsior, gozó de cierto respaldo por parte del presidente, quien incluso le permitió viajar por Latinoamérica para entrevistar a diversos mandatarios. Sin embargo, las tensiones aumentaron cuando Excélsior adoptó una postura crítica hacia el gobierno, lo que llevó al periodista a ser despedido por la cooperativa del periódico en 1976. Esta ruptura resultó en una de las crisis más significativas de su carrera.
A pesar de las amenazas y el hostigamiento que sufrió, Scherer nunca cedió. Fue uno de los pocos periodistas en enfrentar abiertamente la censura y la persecución. Su periodismo se basó en la convicción de que su misión era ofrecer información veraz, sin importar las consecuencias. En su libro más conocido, “Los Presidentes” (1986), Scherer relató sus experiencias con los mandatarios mexicanos, y en ellos se reflejaba la tensión constante entre la proximidad con el poder y la necesidad de mantener la independencia como periodista.
Con la llegada de los gobiernos panistas en el siglo XXI, Scherer se mantuvo firme en su postura crítica. En sus libros sobre Vicente Fox y Felipe Calderón, Scherer no escatimó en duras críticas hacia los exmandatarios, a quienes acusó de mantener la corrupción y la impunidad, a pesar de las promesas de cambio. Para Scherer, Fox fue un “ser alejado de la realidad”, y Calderón un “presidente corrupto” que no cumplió las expectativas de transformación que prometió.
Aunque su muerte en 2015 cerró un ciclo en el periodismo mexicano, la influencia de Julio Scherer perduró, especialmente durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. En diversas ocasiones, el presidente López Obrador hizo referencia a Scherer, considerándolo uno de los periodistas más importantes de la historia reciente de México. López Obrador, quien incluso se permitió la comparación con el periodista al referirse a él como un “Francisco Zarco del siglo XX”, coincidió con Scherer en varios aspectos sobre la corrupción en el país. No obstante, la relación entre el presidente y la revista Proceso fue tensa, ya que AMLO consideraba que la revista se había “derechizado” y distanciado del legado crítico de su fundador.
La relación de Scherer con los presidentes no era una relación de complicidad, sino de crítica constante. Su periodismo era la antítesis de un periodismo complaciente, siempre dispuesto a señalar las injusticias, las corrupciones y los abusos de poder. Fue un hombre que jamás se dejó seducir por el poder ni por los regalos que le ofrecieron, como el episodio en que rechazó un sobre con dólares que le envió el presidente Díaz Ordaz.
Julio Scherer entendió el periodismo como una herramienta para transformar la sociedad, no como un vehículo para consolidar el poder. Su legado, más de diez años después de su muerte, sigue presente en la crítica al poder y en la defensa de la libertad de expresión, un pilar que permanece en la discusión pública mexicana, incluso cuando muchos intentan silenciar o domesticar a los medios de comunicación.
El paso de los años no ha logrado borrar el impacto de su obra, y el periodismo mexicano sigue deudor de su incansable lucha por la verdad y la justicia. Aunque ya no esté entre nosotros, la figura de Julio Scherer permanece viva en los debates sobre el papel del periodismo en la democracia y en el ejercicio del poder.