El exmandatario y futuro presidente de Estados Unidos convierte su imagen en una marca global con productos que trascienden lo comercial
Donald Trump, conocido tanto por su carrera política como por su faceta empresarial, sigue sorprendiendo al mundo con su capacidad para capitalizar su imagen. Su más reciente lanzamiento, un perfume para mujeres llamado Fight, Fight, Fight (Lucha, Lucha, Lucha), refleja una estrategia de mercadotecnia donde política y comercio convergen. El perfume, disponible por 119 dólares, forma parte de una línea de productos diseñados para reforzar su influencia y conexión con sus seguidores.
Desde mucho antes de anunciar su regreso a la presidencia, Trump ha explorado diversas industrias, comercializando desde tenis y relojes hasta una Biblia personalizada con su nombre y eventos clave de su trayectoria. “Trump se ve a sí mismo como una marca, y lo que quiere hacer como marca es venderla”, explica Tobe Berkovitz, experto en estrategias de comunicación.
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Entre los productos más llamativos se encuentran unos tenis dorados, valorados en 499 dólares, con la frase Trump Won 45-47 inscrita en el lateral, en alusión a su actual y futura presidencia. También destacan relojes bañados en oro de 18 quilates, decorados con diamantes y piedras preciosas, que superan los mil dólares.
Trump no solo busca ingresos económicos con estas ventas; su objetivo principal parece ser el fortalecimiento de una comunidad fiel a su liderazgo. Cada artículo representa un símbolo de identidad para quienes lo apoyan, consolidando la brecha entre sus seguidores y sus detractores. “Primero se vende a sí mismo, pero una vez que lo compras, estás comprando sus temas, sus políticas y todo lo que trata de lograr”, añade Berkovitz.
La profesora Wendy Melillo, experta en propaganda, destaca cómo Trump utiliza incluso momentos controvertidos para reforzar su narrativa. “Comercializó su propia foto policial tras ser detenido en Georgia, recaudando más de dos millones de dólares en tiempo récord. Su incesante venta de productos no solo le genera ingresos, sino que mantiene viva su imagen en los medios”.
Uno de los objetos más simbólicos es una Biblia que se vende con diferentes ediciones: una estándar por 70 dólares, otra firmada por él por 1,000 dólares, y una edición especial que conmemora un intento de asesinato sufrido en Pensilvania el 13 de julio de 2024. Este último evento, que Trump ha descrito como “el día en el que Dios intervino”, ha sido altamente explotado comercialmente, incluyendo una línea de productos bajo el lema Fight, Fight, Fight.
A pesar de las críticas sobre la idoneidad de estas prácticas para un presidente, el público estadounidense parece haber aceptado esta faceta como parte integral de la figura de Trump. “Es algo poco apropiado para un presidente, pero eso es él. Eso es lo que el público estadounidense ha elegido”, comenta Berkovitz.
Aunque algunos de estos productos ya están agotados, no solo sus seguidores los adquieren. Coleccionistas de recuerdos políticos también los buscan, viendo en ellos piezas de una memoria colectiva que probablemente formará parte de exhibiciones futuras, como en el Museo Smithsonian.
Pese a que Trump no administra directamente estas ventas, su implicación es evidente. En las plataformas de venta se menciona un “acuerdo de licencia”, mientras él promueve los artículos activamente en su red social, Truth Social, lo que indica que su estrategia va mucho más allá de la política convencional.
Así, Trump continúa innovando en la intersección de la política y la mercadotecnia, consolidando su imagen como un líder atípico, polémico y profundamente influyente.