Reflexiones Buena Nueva

Cuarto Domingo de Adviento – Ciclo C (Lucas 1, 39-45) – diciembre 22, 2024
Miqueas 5, 1-4; Salmo 79; Hebreos 10, 5-10

Reflexiones Buena Nueva

En este Cuarto Domingo de Adviento, y a solo tres días para recordar (volver a pasar por el corazón) y celebrar, el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo hombre, para salvarnos…

Evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

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Reflexión:
¿Porqué festejo el nacimiento del Salvador?

La liturgia de este cuarto domingo de Adviento nos ayuda terminar de disponer nuestro corazón, a la Navidad, que es el nacimiento de Jesús. Para no quedarnos en la superficialidad de “las fiestas”, habremos de profundizar en el hecho de que la segunda persona de la Trinidad se haya encarnado en un hombre, en un ser humano, podemos considerar lo siguiente:

En este tiempo, veintiún siglos después, la Navidad, nos recuerda que:

  • La Santísima Trinidad, miró (y sigue mirando) a la humanidad, “que está entre paz y guerra / alegría y llanto / salud y enfermedad / vida y muerte” (cfr. EE 101) … y decide salvarla de todo aquello que le impide tener vida abundante, una que valga la pena vivir…
  • Los profetas (de antes y de hoy), anuncian la venida del Salvador: “el que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz” (Miq. 5, 1-4)
  • Se hizo uno con nosotros, Emmanuel, para ser él mismo una ofrenda, que se entrega por nosotros; es la encarnación personaliza la voluntad de Dios de permanecer siempre con nosotros… (cfr. Heb 10, 5-10)
  • Además del sí, para ser la madre terrena del Hijo de Dios, María, en el evangelio de hoy nos muestra como el servicio y disponibilidad, al ir a ayudar a su prima Isabel, es el camino de hacer llegar hoy, en nuestro mundo al salvador… (cfr. Lc 1, 39-45)

En síntesis, el mensaje de este IV Domingo de Adviento, en palabras del padre Francisco José Collantes Iglesias O.P.: “Si somos personas llenas del Espíritu de Dios saltará de gozo nuestro corazón y nuestra vida renacerá a la esperanza. Nos visita la Madre del Señor y, al tiempo que experimentamos nuestra pequeñez, abrimos los brazos y el corazón para acoger al Enmanuel que llega para hacer realidad la salvación… La presencia de María que sale a nuestro encuentro, en medio de las dificultades de nuestra vida y de los acontecimientos que hacen sufrir a tantas personas hoy en nuestro mundo, tiene que ser una bocanada de aire fresco que nos haga, al creer en Dios, creer también en una humanidad capaz de abrirse a lo nuevo y experimentar el gozo y la esperanza verdaderos”.

Así, reconocemos que, nuestra preparación y disposición a celebrar el Nacimiento de Jesús, es necesaria para que verdaderamente, Dios este presente entre nosotros.

¡Feliz Noche Buena! ¡Feliz Navidad!

¿Soy una persona capaz de ser sensible a las necesidades de los otros?… ¿Fomento en mi vida la actitud de servicio?… ¿Salgo de mi mismo, de mis cosas y de mis seguridades, para encontrarme con los demás?

Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org

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