Por Pedro Félix Gutiérrez Turrubiartes
Eso de estar sentado aquí, por el Museo de San Carlos en la CDMX, tratando de descubrir cómo funcionan estos sentimientos de pertenencia y evocación, aquí en el cerebro, me lleva a recordar que hace mucho tiempo, en la gestión de Manuel Aguilera Gómez, potosino radicado aquí por 1977, fue colocada una copia de un busto de GutiérreTibon, tamaño natural, firmada por el escultor Ernesto Tamariz, en 1982. En este mismo jardín hay dos bustos más, uno para José Antonio Mella, líder cubano asesinado en México, amante de la fotógrafa Tina Modotti, y otro del Che Guevara, líder revolucionario argentino consagrado en México y asesinado en Bolivia.
El sábado 8 de octubre de 2022, Manuel Aguilera Gómez, falleció a los 86 años de edad. El político potosino fue regente, senador y dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la capital del país. En 1993 ocupó la regencia en el entonces DF a la salida de Manuel Camacho Solis. En el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León se convirtió en director del ISSSTE. También fue titular del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), y de Tabacos Mexicanos (Tabamex), entre otros cargos. Fue presidente del Colegio Nacional de Economistas (CNE), director de la Facultad de Economía de la Universdiad Autónoma de San Luis Potosí e investigador del Centro de Estudios Monetarios de Latinoamérica.
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En el asunto de comprender nuestros valores y crear riqueza humana e independientemente de los problemas del momento, San Luis Potosí aún no logra desplazarse del lugar que ha ocupado tradicionalmente con respecto a los indicadores de bienestar y desarrollo. Demográficamente contiene una población total de 2 millones 822 mil 255 habitantes distribuidos en las cuatro zonas del estado (Altiplano, Centro, Media y Huasteca) con características muy particulares cada una al que describe Rosa Helia Villa: “Estuvo cubierto por la mar océano y en su techo, a casi tres mil metros de altura en Real de Catorce, se encuentran aún fósiles de caracol; viajar de oriente a poniente entrando por el Golfo a la Huasteca, recorrer la zona Media y el Centro del estado que corona el Altiplano, es recordar también que por este camino cruza la línea imaginaria donde termina Mesoamérica”.
Lo regional y urbano, lo moderno y contemporáneo, los cambios tecnológicos, las modificaciones económicas, los nuevos modelos, la masificación de la sociedad de consumo y la pérdida del equilibrio social son fenómenos de nuestra sociedad actual que, aceptémoslo o no y querámoslo o no, conforman su perfil actual.
Aquí es donde la voz de la tierra vuelve a sonar misteriosa e insinuante -dice el poeta-, y en los reflejos espejeantes de la evocación, ver a San Luis con una identidad urbana generada a partir del Siglo XXI que responde a un espíritu europeo y mesoamericano al mismo tiempo, según García Muñoz. En San Luis Potosí desde la conquista de la Huasteca y la guerra Chichimeca entraron al territorio dos órdenes monásticas: Los agustinos por la Huasteca y los franciscanos por Santa María del Río siguiendo el famoso camino de la plata: Puebla, México, Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas. Y, después, todas las demás se establecieron: Mercedarios, jesuitas, juaninos, carmelitas y dominicos.
Una identidad propiamente indígena localizada regionalmente define también al estado en zonas muy características con la evidencia de las tradiciones ancestrales aún continúan con plena vigencia. Por el Altiplano, vemos que la transición de la vida nómada a la sedentaria aún sigue. Están los huicholes en su espacio natural donde se reproduce el hicouri o jículi, peyote en el territorio huichol, que es motivo central de la peregrinación que une, a través del ceremonial, a la trilogía venado-peyote-maíz, donde el grupo étnico wixárica o wixaritari, situado en dos tiempos en el tiempo sagrado, consideran que en los ahora municipios de Villa de Ramos, Charcas y Real de Catorce se encuentra Wiricuta, lugar donde peyote une a través de la trilogía.
Los pames cubren Xichu, Rioverde y Jalpan por la zona Media; las Grutas del Ángel y la Catedral en micro lima delicioso, pinohuan, las juntas y la lloviznosa cascada impresionante a dónde se baja a nadar desnudo. Y “el último cenote sagrado de Mesoamérica”, la Media Luna -que así lo bautice- y a Montejano le dio risa -aquella muy suya- cuando estaba al frente a alguien que solo decía emocionados disparates.
Por otra geografía la espléndida Huasteca, un geosistema de amplio patrimonio cultural, de gran composición indígena y diversidad étnica, diferenciada históricamente desde los tiempos prehispánicos. Conformada por 81 municipios del sur de Tamaulipas, norte de Veracruz, Hidalgo, Sierra de Puebla, además de Querétaro, región en la que San Luis tiene peso principal.
Ahí donde aún se brinda tributo a las deidades en ceremonias bañadas con Copal el códice prehispánico de Santa María Pichula aún en manos de la comunidad y la representación de las danzas de los muertos que regresan al Altiplano central de Mesoamérica. El calendario solar de los huastecos en la sierra de Tanchipa y las cuevas del viento y la fertilidad en chunintzen a dónde ascendí guiado por el sacerdote del Consejo de Ancianos caich después de ser iniciados en el río y purificados con la luz de las velas, el Copal y el vino que me recuerda a doña Eustolia en Huehuetlán, su casa espaciosa y el maracuyá con hielo. El Sótano de las Golondrinas y sus cascadas de pájaros y el hoyo de las huahuas en Aquismón. Ni que decir de la ceremonia del Tlamani en honor al maíz.
Después de la limpieza de cada uno por sacerdotizas se brinda con aguardiente curado con ajo mientras se desarrolla la Danza de las Varitas y la ceremonia interior gracias al consejo de señores el encuentro con los dioses de la tierra, de la fertilidad, el agua y del maíz en los días en que se conmemora el regreso de los fieles difuntos. Axtla y las hierbas tradicionales, las mujeres que habitan entre palitos y picholco verdaderas e imponentes diosas las mil y una danzas y el huapango Huasteco que a las primeras de cambio calienta la sangre.
De ahí que la conclusión del festival de la huasteca que organizamos por vez primera fue que las tres Huastecas de Pedro infante y “la tusita” habían quedado atrás en el imaginario colectivo.
Por Xiiltla uno de los jardines surrealistas más bellos y finos que existen en las pozas, fuentes, pabellones y escaleras sin firma que distorsionan la realidad y que Sir Edward James, heredero de una fortuna de cobre y aluminio, ahijado del rey Eduardo VII de Inglaterra y padrino mecenas de Dalí, George Balanchine y Stravinsky aquí se quedó desde 1960 para recrear las orquídeas naturales muertas por las heladas con concreto, sus pétalos y sus hojas a una escala de proporciones grandiosas en un concepto artístico que integra el arte y la naturaleza al máximo. Y ya que ando perdido por acá, cómo no recordar el regreso a Querétaro por Xilitla hasta Xalpan por el otro lado de la Sierra Madre pasando por la casa de Fortunato y sus cometas, músico de huapango de por estos lugares.
Estos son entre muchos otros los diamantes. Del collar del perrito la etnoecología potosina aplicó este concepto de lo que en realidad es una ciencia nueva fundada en París luego de 20 años de estudio y reflexiones en todo el mundo con respecto a las manifestaciones espectaculares de los pueblos a partir de sus propios parámetros dejando al lado las características y exigencias del arte occidental y sí evocando la dimensión orgánica de la actividad simbólica en el estudio de la diversidad en las representaciones populares.
Traducir todos estos elementos a nuestra sociedad potosina, en nuestras zonas y municipios pudiera ser un ejercicio ocioso si no pensáramos el reto que representan estás modalidades de vida que significan también la oportunidad del cambio el cual debe darse rescatando los valores sociales que en nuestra historia se han presentado dándonos contenido y fuerza.
Observen Solárium, obra maestra de la escultura astronómica de México, sentada sobre una base de cantera en el conjunto constitución con su mensaje abierto “con la energía solar habremos de construir la humanización”.
Quien pudiera decirnos que dentro de nuestra sociedad profunda y compleja de sociedad tradicional donde prevalecen los valores que vienen de atrás, de la memoria indígena, de la religiosidad y de la historia, ¿por qué quisiéramos cambiar? Tal vez sea cierto que en estados cómo San Luis la situación se define en cambiar para recuperar, no para romper el vínculo con el pasado que guarda la certidumbre de nuestra propia identidad.
¿Cómo sería para nosotros deseable el potosino que recupere y formado defina el Siglo XXI? ¿Cuál sería deseable fuera la actitud integral de un programa de la sociedad y del gobierno para generar un potosino preparado en este milenio? Y finalmente, ¿qué sería deseable que contuviera como programa ideológico el espíritu que hay que construir en el potosino en este siglo XXI? El tomar como objetivo un programa social de esta naturaleza con la idea de que no es baladí ni es intrascendente; es exactamente empezar a construir el andamiaje de médula espinal para operar con un profundo convencimiento de cambio psicológico-social, el conocimiento del potosino y que sea precisamente San Luis quien tome la delantera y defina con programas y proyectos, opiniones, discusiones y actividades. Este asunto es realmente devolver al estado una condición que nunca debió perder, la de centro el país, la de corazón de México, la fibra central de toda la red de acontecimientos que a lo largo de su historia han sido su papel fundamental.
San Luis Potosí, el corazón ferroviario del país, el corazón carretero, el corazón de todas las ideologías que han pasado por este territorio nacional, límite de Mesoamérica y base de Aridoamérica; camino de la plata, capital del México republicano con Juárez a la cabeza; origen con Crescencio Rejón de las leyes agrarias, sede de la primera organización gremial ferrocarrilera; escenario del barroco total, cuna de la Revolución con el Plan de San Luis; escenario del nacimiento de los Caballeros de Colón; sede de origen del Himno Nacional Mexicano; lugar donde se incendió el primer pozo petrolero de la era moderna en Ébano; don Julián Carrillo y el Sonido Trece; y seguramente que volvería a ser el punto de partida que marcará la atención del hombre y lo que es el hombre en este país.
Sería bueno definir un concepto para reestructurar y redefinir, es decir, tener una percepción objetiva y real de nosotros mismos, del valor y la trascendencia que tiene el ser, estar, vivir y hacer en un estado como el potosino. A pesar de la globalización y el rompimiento de los estados-nación por las comunicaciones y redes sociales.
Dice Borges, en un poema llamado Lo Nuestro, que amamos lo que no conocemos, el barrio que fue las orillas, los antiguos que ya no pueden defraudarnos porque son mito y esplendor. Y en otra parte señala que también “amamos las cambiantes formas de la memoria, que está hecha de olvido”.