Para Eduardo y Daniel, nuevos agentes de la GCE, es una etapa diferente en su vida, misma que inicia con entusiasmo y responsabilidad.
Para los más de 200 elementos que conforman la tercera generación de la Guardia Civil Estatal (GCE), el iniciar su vida como agentes de seguridad, es el comienzo de su carrera al servicio del territorio potosino, un camino que viene cargado de nuevas experiencias, mismas para las que se prepararon durante mil 200 horas de trabajo académico y con las que continuarán su labor en su carrera policial.
Para Eduardo y Daniel, ambos originarios del municipio de Ciudad Valles, dejar una vida al lado de sus familias, fue el primer paso para iniciar con sus sueños, que, aunque no fue fácil despedirse de sus hogares, el aliento y fortaleza de sus familiares, les permitió culminar con éxito su formación como elementos de la GCE.
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Los jóvenes policías coinciden en que fue un reto cada una de las tareas que se les asignaron en estos seis meses de formación: “como venimos de la vida civil, pues sí era interpretar cosas nuevas, acatar, entender lo que se nos dictaba como cadetes, no fue sencillo en los primeros días, pero valió la pena, porque logramos un reto para crecer no solo económicamente sino de manera profesional”.
Eduardo indicó que su vocación se debió a que le gusta la disciplina, el orden, poder servir para su Estado, y, aunque su familia tenía el temor de que su hijo dejara el hogar, ver su motivación les permitió brindarle ese apoyo que fue esencial para que pudiera sentir ese cobijo en temporadas difíciles como lo era prepararse para una carrera que no todos están dispuestos a elegir, pero que la pasión por servir y por proteger a la ciudadanía, mueve su espíritu hacia este mundo policial.
Así como ellos, el resto de mujeres y hombres de esta tercera generación, se distinguen por tener firmes convicciones en generar un estado mejor para sus familias y para la población en general, guiados por las bases de una formación con sentido humano, profesionalismo y honradez, valores que les servirán en este camino como nuevos policías.
Para sus familias, contar con agentes de seguridad, sin duda es un orgullo; entre lágrimas, abrazos y buenos deseos, compartieron la felicidad de un hijo o hija, hermanos, padres o madres de familia, parejas, que por medio año se despidieron de una vida “normal”, sacrificaron de sus días libres, aprendieron una vida diferente y conocieron a quienes se convertirán en parte de sus segundas familias, compañeros de armas que caminarán hombro a hombro en el combate a la delincuencia.
Saben que el camino puede que no sea fácil, pero todo sacrificio es recompensado, como su primer logro: graduarse como efectivos de la Guardia Civil Estatal, guiados por lo que también será su lema día con día, brindar “Seguridad, Confianza y Paz”.