La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. prohibió el tricloroetileno (TCE) y el percloro (PCE), compuestos asociados a varios tipos de cáncer y riesgos graves para la salud humana.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos ha decidido prohibir por completo dos sustancias químicas, el tricloroetileno (TCE) y el percloro (PCE), tras constatar que presentan graves riesgos para la salud pública, incluidos cánceres y daños a varios órganos. Esta medida subraya los esfuerzos del presidente Joe Biden para implementar regulaciones más estrictas sobre productos químicos peligrosos antes de dejar el cargo el 20 de enero de 2025.
El tricloroetileno, un compuesto utilizado en desengrasantes, productos de cuidado de muebles y en la reparación de vehículos, está vinculado a varios tipos de cáncer, como los de hígado, riñón y linfoma no Hodgkin (LNH), un cáncer del tejido linfático. Además, se ha asociado con daños al sistema nervioso central, alteraciones en los órganos reproductivos y defectos cardíacos en fetos.
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Por su parte, el percloro, que se usaba como disolvente industrial en la limpieza en seco y en la reparación de vehículos, también está relacionado con el cáncer, en particular de hígado, riñón, cerebro y testículos. Asimismo, se ha identificado como una sustancia que daña el sistema inmunológico y es neurotóxica.
Michal Freedhoff, subdirectora de Seguridad Química de la EPA, expresó en un comunicado que es “simplemente inaceptable” que estas sustancias hayan continuado siendo permitidas en productos industriales y domésticos cuando existen alternativas más seguras disponibles.
La medida tiene un valor especial para Freedhoff, quien comenzó su trabajo sobre la regulación del TCE décadas atrás, junto al senador Edward J. Markey. Freedhoff colaboró estrechamente con Anne Anderson, una madre que alertó sobre los peligros del tricloroetileno en el agua potable, después de la trágica muerte de su hijo Jimmy por leucemia. Este caso fue crucial en la visibilización de los riesgos de estas sustancias durante los años ochenta.
Con esta decisión, la EPA reafirma su compromiso con la protección de la salud pública y el medio ambiente, cerrando un capítulo en la lucha por eliminar compuestos peligrosos de productos cotidianos.