El arzobispo de París, Laurent Ulrich, consagró el nuevo altar en una ceremonia llena de emoción.
Este domingo, la restaurada catedral de Notre Dame acogió su primera misa dominical después del devastador incendio de 2019, marcando un hito en la historia del templo parisino. La consagración del nuevo altar fue el acto principal de la ceremonia, presidida por el arzobispo Laurent Ulrich, quien proclamó: “Esta mañana, la pena del 15 de abril de 2019 queda borrada”. La misa fue celebrada con una multitud de 2,500 invitados, incluidos altos funcionarios y líderes religiosos, en un ambiente cargado de emoción y esperanza.
El padre Jean Louis, uno de los asistentes a la misa, expresó su felicidad al poder celebrar dentro de la catedral nuevamente: “La alegría es máxima”, dijo. Este acto se produjo tras la reapertura oficial de Notre Dame, que contó con la presencia de varios jefes de Estado, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Durante la misa matinal, se celebraron dos eucaristías, con un oficio especial para conmemorar la restauración completa del emblemático altar.
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El acto central de la misa fue la consagración del nuevo altar, un rito de gran significado en la tradición cristiana. Durante la ceremonia, se colocaron reliquias de figuras históricas de la Iglesia de París en el altar, como Santa María Eugenia Milleret y San Carlos de Foucauld. Después de una oración de dedicación y la unción con aceite santo, el altar fue cubierto con un paño blanco, símbolo de pureza y renovación. Este rito histórico fue un recordatorio de la importancia de la catedral no solo como lugar de culto, sino como un símbolo de la resiliencia del pueblo de París y de toda la cristiandad.
En su homilía, el arzobispo Ulrich recordó la tristeza del incendio de 2019, pero también destacó el sentido de esperanza que surgió desde el primer momento tras el desastre. La misa, que duró más de dos horas, fue también un acto de sanación para todos los presentes, con la catedral iluminada y adornada por un altar que refleja la renovación tanto física como espiritual del monumento.
Los asistentes compartieron su profunda emoción por el retorno a la catedral restaurada. Entre ellos, Alix, una colaboradora de organizaciones benéficas, destacó lo “sublime” de la restauración, mientras que Gayle Benson, empresaria estadounidense, expresó su admiración por la rapidez con la que se completó la restauración en solo cinco años. Además, el peruano Antonio Morales, quien fue ordenado sacerdote en Notre Dame hace 22 años, compartió su alegría al ver la catedral nuevamente “limpia, luminosa y llena de vida”.
La restauración de Notre Dame no solo marca el regreso de un símbolo histórico para París, sino también una victoria de la fe y la esperanza sobre la tragedia, consolidando el templo como un lugar de encuentro espiritual y cultural para millones de personas.