El Donald Trump que fijó la agenda antimexicana en 2016 y que humilló al presidente Enrique Peña Nieto es el mismo que jugó la teoría del abismo con el presidente López Obrador para obligarlo en 2019 a utilizar a la Guardia Nacional como muro antimigración y es idéntico al Trump que le dio ya un ligero recargón a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para obligarla a aceptar la agenda geopolítica y de seguridad nacional americana de la semana pasada hasta el 20 de enero de 2029.
El Trump reciente y los anteriores dejaron ver a un político atrabancado que sigue jugando a la orilla del abismo pero que hoy tiene como prioridad realizar cambios en el estilo político de Washington para poner sucesor en la Casa Blanca que extienda el trumpismo hasta 2037… y más, si se puede.
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La reacción de Palacio Nacional ante la amenaza de Trump de aplicar aranceles de 25% a todos los productos si México y Canadá no hacían cosas concretas en los temas de migración y tráfico de fentanilo dentro de Estados Unidos careció de un enfoque estratégico, de inteligencia y de seguridad nacional porque el comportamiento reactivo de la presidenta y los secretarios de Relaciones Exteriores y Economía parecieron no haber leído con astucia las memorias de Mike Pompeo, director de la CIA y secretario de Estado de Donald Trump 2017-2021 para entender el método Trump.
El libro Never Give an Inch: Fighting for the America (Nunca ceder ni un centímetro: luchando por Estados Unidos, en traducción libre) pudiera considerarse como el estilo personal de gobernar de Trump, comenzando por el primer giro en las relaciones internacionales de Estados Unidos definido por Pompeo: “me importa un carajo un comunicado en ninguna de mis reuniones si no tenemos el idioma que queremos;son libres de firmar sin nosotros… Esta ruptura del protocolo no me hizo muy popular”. Y desde el comienzo de Trump Estados Unidos modificó la diplomacia complaciente por la diplomacia impositiva.
La negociación del modelo Trump en materia migratoria comenzó el 15 de noviembre de 2018 con Pompeo apenas siete meses como secretario de Estado, y se reunió con el canciller mexicano Marcelo Ebrard Casaubón en Houston para plantear como único tema de la agenda bilateral el modelo de permanecer en México: los solicitantes legales de ingreso a Estados Unidos tenían que hacer su solicitud dentro del territorio americano pero abandonar inmediatamente el país y esperar resultados en territorio mexicano. Este modelo de tercer país seguro es el que nuevamente impondrá Trump con su secretario de Estado Marco Rubio.
Pompeo, ante las argucias del escurridizo Ebrard, le cerró las puertas de salida: “Marcelo, este es el trato: si en catorce días el Departamento de Estado y el Departamento de Seguridad Interior no pueden devolver a México a casi todos los solicitantes de asilo, vamos a cerrar por completo la frontera mexicana”.
Ebrard le hizo ver a Pompeo los costos para Estados Unidos “y pensó que le estaba tomando el pelo”, pero Pompeo fue muy contundente: “catorce días o quiebra”. Y fue más allá: “no necesitamos tu permiso para hacer esto. Queremos que sea cooperativos, pero no es un requisito”. Sin argumentos, Ebrard solo preguntó si ese acuerdo se podría mantener en secreto por razones políticas mexicanas del Gobierno del presidente López Obrador. Pompeo le contestó: “me importa un comino. Lo que sea que te ayude a nivel doméstico, eso depende de ti”. Y México aplicó en privado y con algo de costo político el modelo de tercer país seguro.
Pompeo no tendrá ningún cargo en el próximo gobierno de en realidad Donald Trump, pero en realidad lo importante es el modo y el método Trump para negociar como empresario en el esquema de ganar-ganar, sin importar todo lo que se pierda, como lo revela en su libro Trump: The Art of the Deal o El arte de negociar. Y las primeras reacciones de la presidenta Sheinbaum, del canciller Juan Ramón de la Fuente y del secretario Ebrard parecieron demostrar que no han entendido el estilo político de Trump.
Así que las amenazas de Trump de castigos arancelarios, de caracterización de terroristas a los cárteles del narcotráfico, de las presiones arbitrarias para cerrar la frontera México-EU y del envío de fuerzas especiales militares –marines, en pocas palabras– para liquidar a los capos de los cárteles y a sus estructuras dentro de México son de tomarse en serio y deberían encontrar respuestas estratégicas, todo ello a partir de la percepción de que Trump no es un político ni gobernante sino un empresario anti Estado que ha ganado todas sus batallas.
Pero en Palacio parecen no entender a Trump.
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Política para dummies: la política también tiene una no-política para negociar con la política.
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