Tras el cierre de Izazaga 89 por mercancía ilegal, otros comercios en la misma calle continúan ofreciendo productos chinos, afectando al comercio local.
La reciente clausura de Plaza Izazaga 89, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, no ha logrado detener el flujo de productos chinos en la zona. A pesar del operativo que aseguró más de 262 mil piezas de mercancía ilegal, valoradas en 7.5 millones de pesos, otros comercios en la misma calle mantienen una oferta similar que sigue impactando a los comerciantes tradicionales.
Ramiro, un comerciante ambulante que opera en las inmediaciones, explicó que el cierre de la plaza no ha representado un cambio significativo: “Cerraron esa y salieron 20 lugares más que venden lo mismo. Eso nos afecta porque terminamos comprando y vendiendo lo que los chinos traen”, dijo, refiriéndose a la dificultad de competir con los precios bajos que ofrecen estos productos, como pantalones de mezclilla a 100 pesos y artículos de temporada que van desde 50 hasta 200 pesos.
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A pesar de los precios accesibles, muchos comerciantes y clientes coinciden en que la calidad de estos productos suele ser inferior. “Lo que deben hacer es, de plano, prohibir la entrada a esos productos”, comentó un comerciante afectado por la situación, al destacar cómo esta dinámica ha desplazado la venta de productos mexicanos y artesanales.
El cierre de Izazaga 89 fue parte de un operativo federal que busca combatir el comercio ilegal en el país. Sin embargo, los vendedores de la zona aseguran que la competencia desleal persiste. Actualmente, tres plazas comerciales más en la misma calle ofrecen mercancías similares, consolidando a la zona como un punto de acceso para productos provenientes de China.
La presencia de productos chinos no solo ha afectado las ventas de comerciantes locales, sino también el valor percibido de los productos nacionales. Esto representa un desafío para quienes buscan competir en calidad y fomentar el consumo de artículos hechos en México.
“Los productos mexicanos ya no se venden como antes porque la gente prefiere lo barato, aunque no dure”, señaló un vendedor de artesanías que ha experimentado una baja en sus ingresos en los últimos años.
Mientras las autoridades destacan la importancia de continuar con operativos para frenar la comercialización de productos ilegales, los comerciantes piden medidas más contundentes. Algunos sugieren endurecer los controles en las aduanas para evitar la entrada de mercancías de dudosa procedencia, mientras otros solicitan incentivos para la producción y venta de artículos nacionales.
El caso de Izazaga es solo un ejemplo de cómo la economía local enfrenta retos significativos en un entorno globalizado. Aunque el cierre de una plaza representa un paso hacia el combate de la ilegalidad, el problema parece estar lejos de resolverse.