El Senado de EE.UU., clave para los planes del presidente electo Donald Trump

Controversias en los nombramientos y posibles estrategias marcan el inicio del nuevo Gobierno republicano.

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, enfrenta un desafío crítico para consolidar su gabinete y equipo de trabajo, ya que el Senado, controlado por los republicanos, deberá dar luz verde a sus principales nombramientos. Con figuras controvertidas como el antivacunas Robert F. Kennedy Jr. propuesto para Sanidad, el legislador Matt Gaetz como fiscal general y Pete Hegseth para Defensa, el proceso promete tensiones dentro y fuera del Partido Republicano.

El Senado tiene la autoridad de confirmar altos cargos del Ejecutivo, jueces federales, embajadores y directores de agencias, lo que convierte a esta cámara en un filtro decisivo para los planes de Trump. Aunque los republicanos tendrán mayoría con 53 de los 100 escaños, algunos conservadores ya han manifestado dudas sobre las nominaciones más polémicas.

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Los nominados deben presentar declaraciones financieras, testificar ante comités del Senado y superar dos rondas de votación: una en el comité y otra en el pleno del Senado, donde se necesita mayoría simple (51 votos). En caso de empate, el voto decisivo lo ejercerá el presidente del Senado, que será J.D. Vance.

Trump podría recurrir a los Nombramientos en Receso, una medida constitucional que permite llenar vacantes cuando el Senado no está en sesiones. Estos nombramientos serían temporales, pero en la práctica podrían extenderse hasta dos años. El propio Trump ha señalado esta posibilidad como una herramienta para avanzar si el Senado bloquea a sus candidatos.

El líder republicano en el Senado, John Thune, señaló que esta estrategia está sobre la mesa, aunque confía en que se logren acuerdos bipartidistas para evitarla. No obstante, este mecanismo ha sido objeto de controversias en el pasado, y el Tribunal Supremo limitó su uso en 2014, exigiendo un mínimo de diez días de receso para que sea válido.

Aunque históricamente el Senado ha rechazado pocos nombramientos, los casos notables incluyen a John Tower como secretario de Defensa en 1989. Por lo general, las nominaciones más conflictivas no llegan a la votación final, ya que suelen ser retiradas o negociadas previamente.

Con esta dinámica, el Senado se posiciona como un actor central en la definición del rumbo del nuevo Gobierno de Trump, en un contexto donde las tensiones internas en el Partido Republicano y el escrutinio público podrían jugar un papel determinante.