Se trata de una controvertida teoría creada en la década de 1980 que sugiere que una madre o padre pueden manipular a sus hijos para que rechacen al otro progenitor, incluso hasta implantarle recuerdos que no son ciertos
Hay quienes consideran que hablar del síndrome de alienación parental (SAP) es hablar de algo siniestro que, además, no existe. Para otros, en cambio, resulta una realidad incontrastable, un conjunto de síntomas que pueden padecer los niños, llevados a ese límite por uno de sus padres —en general su madre—, quien puede colonizar la mente del hijo o hija inculcándole, incluso, recuerdos falsos, para que rechace al otro progenitor.
En medio de posturas enfrentadas, hay certezas respecto de esta teoría, datos de los que nadie duda, aunque esté en desacuerdo. Pero comencemos por la definición de SAP.
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Se trata de la experiencia de un niño de ser manipulado por uno de sus padres para que se vuelva en contra del otro progenitor (el objetivo) y se resista al contacto con él. Esta alineación surge, según esa definición, con mayor frecuencia durante las disputas por la custodia de los hijos durante o después de los procedimientos de divorcio o separación, especialmente cuando el litigio es prolongado o implica un antagonismo importante entre las partes. Este dominio de la mente del niño puede llegar —según este concepto— a la implantación de recuerdos falsos en los menores de edad, incluso, dice esa teoría, “recuerdos” de abusos sexuales que no existieron.
Esta descripción fue creada en 1985 por el psiquiatra infantil estadounidense Richard A. Gardner (1931-2003), un personaje mucho más que cuestionable. Pero a eso volveremos más adelante.
Por un lado, el SAP es considerado por muchos profesionales e instituciones que los nuclea un concepto peligroso en casos de abuso sexual infantil, ya que suele emplearse para deslegitimar los testimonios de niños y niñas, desestimando denuncias válidas y protegiendo a acusados de delitos aberrantes. Esta teoría ha sido desautorizada por carecer de fundamento empírico, y su aplicación en los tribunales es vista como una herramienta que permite poner en duda la voz de los chicos y, en muchos casos, asegurar impunidad a sus abusadores.
Esto no implica negar la existencia de divorcios con niveles tan altos de conflictividad que pueden incluir una fuerte influencia por parte de uno de los padres sobre los hijos para enfrentarlos con su otro progenitor, lo que deriva en rechazos de los niños al contacto, mayoritariamente con sus padres, que pueden durar años y dejar profundas huellas psicológicas en los niños y sus familias.
Qué dicen las entidades de la salud mental y organismos de derechos humanos
Diversas organizaciones científicas, médicas y de derechos humanos rechazan el concepto de “síndrome de alienación parental”, alegando la falta de respaldo empírico, a la vez que advierten sobre los riesgos de su uso en los tribunales y en la práctica clínica.
La Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), que publica el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), excluyó al SAP de su última edición, el DSM-5, debido a que carece de evidencia clínica y pruebas estandarizadas que lo avalen. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco lo incluye en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), lo que refuerza la falta de reconocimiento global de este concepto en el ámbito médico.
Asimismo, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) y la Asociación Médica Estadounidense (AMA) han publicado pronunciamientos similares, cuestionando su uso en procesos legales por falta de evidencia científica que lo sustente. Ambas organizaciones alertan sobre el peligro de que el SAP sea utilizado para deslegitimar los testimonios de abuso infantil, lo que afectaría la protección de los menores de edad.
En México, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha rechazado el SAP debido a la falta de consenso científico sobre su validez como diagnóstico. Esta institución advirtió que su uso en tribunales familiares podría llevar a decisiones judiciales que desestiman causas legítimas de rechazo infantil hacia un progenitor, como el abuso o maltrato.
En España, la Asociación Española de Neuropsiquiatría también se manifestó en su momento al considerar que constituye un intento de “medicalizar lo que en realidad es una lucha de poder por la custodia de un hijo”, y sostuvo que el concepto de este “síndrome” vulnera los derechos de los niños y niñas al deslegitimar sus testimonios en conflictos familiares.
Se consideró que “la manipulación o la influencia deben ser, en todo caso, tratadas, no en el ámbito judicial. No se judicializa un problema familiar” por lo que se recomienda al padre o madre que se vea en una situación semejante “favorecer el vínculo amoroso y esperar. Alguien que ama no daña. Si yo amo a mi hijo, no puedo hacer que la justicia intervenga y lo dañe, arrancándolo del vínculo que ese niño cree que es su mejor vínculo”.
Quién fue Richard Gardner, el creador del SAP
Este médico psiquiatra estadounidense y perito judicial, acuñó en 1985 el término “Síndrome de Alienación Parental” para describir un conjunto de conductas que, según él, se presentaban en los hijos durante los litigios de divorcio, caracterizadas por una campaña de denigración hacia uno de los progenitores, generalmente dirigida por la otra parte.
El concepto lo desarrolló en varios de sus libros, entre ellos Síndrome de Alienación Parental y la diferencia entre abuso sexual infantil fabricado y genuino, publicado en 1987. En este y otros textos, Gardner planteaba que el SAP se manifiesta especialmente en casos donde se acusa a uno de los progenitores de abuso sexual, y argumentaba que las acusaciones eran frecuentemente infundadas y producto de la manipulación materna.