Como una actriz que trasciende los personajes, la mexicana utiliza su arte para explorar la complejidad humana y cuestionar los límites de la realidad
Caracterizada por interpretar personajes complejos, los matices interpretativos de Marina de Tavira no solo hablan de los intrincados aspectos de sus roles, sino también de su manera de navegar la vida, donde la introspección y la fidelidad a sus principios son su punto de anclaje a la realidad.
Su dualidad en el campo escénico le ha permitido explorar obras que cuestionan los constructos sociales y tocan el alma del espectador, como su más reciente obra, Un tranvía llamado deseo, dirigida por Diego del Río, y su largometraje presentado por Martin Scorsese y dirigido por Celina Murga, El aroma del pasto recién cortado.
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Con una alucinante trayectoria, Marina de Tavira tiene un mensaje que va más allá de cualquier premisa. Su arte es un espejo que refleja la fragilidad y la fuerza del ser humano, una invitación a la introspección y a la empatía. Su voz nos recuerda que la vida, como el teatro, está llena de matices, contradicciones y belleza inesperada.
Es un personaje alucinante y maravilloso de interpretar, muy complejo. Blanche es una mujer profundamente lastimada con una herida brutal, que ha sido educada para hacer solo una cosa en el mundo. Cuando eso se ve imposibilitado, se deja llevar en un torrente hacia la ansiedad y el alcoholismo que la lleva al delirio. Sin lugar a dudas, tiene un fantasma dentro de ella con el que conversa. En el montaje, el director Diego Del Río exteriorizó a estas personas que viven dentro de Blanche.
Por otra parte, está atrapada en una época de la que no puede escapar y es incapaz de adaptarse al nuevo mundo. Esto es parte del comentario social de Tennessee Williams. En el momento en el que escribió la obra, Estados Unidos estaba cambiando, el sur se tenía que adaptar a lo que sería el auge industrial que le ayudaría al país a convertirse en la potencia mundial que es hoy; para esto, tuvo que morir el pasado.
Es un personaje que nos habla de una época que muere y se aferra a que el mundo no cambie.
Me identifico en cierta manera con el personaje porque hay algo en mí que le cuesta, a veces, entender el mundo que va cambiando. La vertiginosidad de los medios de comunicación y los tiempos modernos dan la sensación de que podemos consumir cualquier contenido rápidamente, y esto le resta delicadeza a las creaciones. Por eso amo el teatro, es el único espacio que no se puede contaminar; siempre va a necesitar la presencia de las personas, no tenemos la misma experiencia viéndolo por una pantalla.