Al entrar al Museo Casa de La Bola la presencia de María Félix se percibía de inmediato.
Su vestuario, sus joyas, sus muebles y hasta los ingredientes de su preferencia — escamoles, gusanos de maguey, carne asada y guayaba rosa— formaban parte del elegante y sofisticado montaje del concepto Historias de grandeza, con el que rindieron tributo a la diva sonorense.
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Al ingresar al salón, la atmósfera creada a partir de una luz tenue, un par de mesas con elegantes vajillas en blanco y negro, y los artículos que concentraban el gusto refinado de la diva mexicana permitían el acceso al mundo de María.
“El montaje se hizo especialmente para honrar y recordar a la actriz, a la mujer, a la madre y a la leyenda, como parte del concepto Historias de Grandeza, con el que brindamos el acceso a personajes célebres a nuestros clientes Centurion, en este caso María Félix”.
María Félix. Historias de grandeza, un tributo a la Doña
En el montaje se pudo apreciar “su gusto por la alta costura, su pasión por los diseños de Christian Dior; así como su preferencia por la moda etnográfica”, dijo Rodrigo Flores, el coleccionista de moda que participó con las prendas, joyas y el mobiliario “un secretair y muebles que tenía en su biblioteca”.
Un par de bolsos, así como unas zapatillas y las pequeñas sillas que Pedro Friedeberg regaló en su cumpleaños a la actriz, e incluso parte del vestuario que María usó en algunas de sus películas, como El peñón de las ánimas, eran parte del ambiente en el sofisticado salón con el que cada detalle rememoraba a la diva.
Quise traer algunas piezas que nunca se hubieran exhibido y que la reflejaran un sentido más íntimo, por eso hay prendas que usaba en su día a día, y también piezas que proyectan su pasión y gusto que se fue sofisticando con el tiempo.
Para mí es muy emocionante compartir con la gente; coleccionar sin compartir no tiene sentido, para mí es muy grato que conozcan estos artículos porque es muy gratificante la emoción que genera en la gente”, compartió el coleccionista dueño de los más de 25 artículos que dieron vida al montaje para recordar a la diva.
Un par de mesas más, divididas por el pasillo de entrada, también concentraban el espíritu y gustos de la Doña; enormes árboles de macarrones, croquembouche, y pasteles decorados con joyas de Cartier, platos con guayabas rosas y sus icónicos cocodrilos con diferentes piedras se combinaban con las flores rojas de terciopelo.