Más de 630 mil personas, según cifras oficiales, se maravillaron ante el paso de más de 200 figuras surrealistas, entre ellas dragones que cerraban los ojos, armadillos multicolores, gallos, nahuales, mariposas gigantes, felinos y ajolotes
En pleno corazón de la capital mexicana, un contingente de 200 criaturas fantásticas y surrealistas tomó las calles, lo que arrancó ovaciones y sonrisas de más de 630 mil personas –según cifras oficiales– que no dejaban de maravillarse ante la magnitud y belleza de estas obras maestras.
El Desfile y Concurso de Alebrijes Monumentales del Museo de Arte Popular (MAP) comenzó este sábado al mediodía con un recorrido de tres kilómetros que se inició desde el Zócalo, atravesó las avenidas 5 de Mayo, Juárez y Paseo de la Reforma, hasta culminar en el Ángel de la Independencia.
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Dragones que cerraban los ojos, armadillos multicolores, gallos, nahuales, mariposas gigantes, felinos y ajolotes deslumbraron a los asistentes, quienes no paraban de intentar capturar la selfi o el video perfecto.
Cada alebrije, elaborado con dedicación durante meses por artesanos de todo el país, fue una explosión de creatividad. Con cartón, madera y otros materiales, los creadores dieron vida a criaturas de proporciones impresionantes, decoradas con colores vibrantes y detalles que parecían sacados de un sueño.
El desfile, acompañado del ritmo de las batucadas, los campanazos de la Catedral Metropolitana y el bullicio de la Feria Internacional del Libro (FIL) del Zócalo, ofreció un espectáculo sensorial que envolvía el arte popular mexicano con toda su fuerza y tradición.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México informó que se desplegaron 745 elementos, entre policías de proximidad, Metropolitanos y personal de la Subsecretaría de Control de Tránsito, que contaron con el apoyo de 68 vehículos, 15 motopatrullas, tres grúas y un helicóptero de la Dirección General de Servicios Aéreos Cóndores.
Las calles se llenaron de espectadores, algunos desde terrazas de restaurantes con vistas privilegiadas, mientras otros, llevados por la emoción, se treparon en postes como verdaderos acróbatas para no perderse ni un detalle. El ambiente festivo y familiar se impregnaba en cada esquina, reflejando la diversidad y riqueza cultural de México.
