Millones de estadounidenses ya han votado anticipadamente para las elecciones del 5 de noviembre, mientras aumentan las preocupaciones por presunto fraude electoral en estados clave.
Millones de votantes en Texas y Florida han comenzado a ejercer su derecho al voto de manera anticipada en un proceso que ya ha alcanzado cifras récord en todo Estados Unidos.
Con más de 18 millones de votantes registrados en Texas y más de 13 millones en Florida, las elecciones anticipadas se suman a los 14 millones de estadounidenses que ya han votado por correo o en persona. Este proceso incluye no solo la elección presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump, sino también elecciones para los Congresos estatal y federal.
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Las autoridades de Texas y Florida, junto con otros estados como Alaska, Arkansas, Connecticut, Idaho, Dakota del Norte y Carolina del Sur, han habilitado la votación anticipada presencial. En Texas, el gobernador Greg Abbott ha liderado una campaña contra el supuesto fraude electoral, señalando la eliminación de más de 6,500 personas sin ciudadanía de las listas de votación. No obstante, una investigación del Texas Tribune reveló que estas cifras fueron exageradas, afectando a ciudadanos estadounidenses.
A nivel nacional, estados clave como Georgia y Carolina del Norte han registrado una participación récord en la votación anticipada. En Georgia, más de 1.4 millones de personas han votado, representando el 20% del electorado, mientras que en Carolina del Norte, más de un millón de votantes ya han emitido su voto, lo que equivale al 16% del censo.
Con la contienda electoral cada vez más ajustada, la participación anticipada en estados como Míchigan, Pensilvania, Nevada, Arizona y Wisconsin también ha superado la media nacional, posicionando a estos territorios como decisivos en las elecciones del 5 de noviembre.
Hasta ahora, la mayoría de los votantes anticipados son demócratas, con 4.5 millones de votantes inscritos frente a los 3.1 millones de republicanos, según datos de la firma TargetSmart, en una elección que podría definir el futuro político de Estados Unidos para los próximos cuatro años.