Algunos factores de riesgo para el accidente cerebrovascular incluyen la contaminación del aire
El cambio climático y el empeoramiento de las dietas están disparando las tasas globales de ACV y de muertes por ACV, advierte un estudio reciente.
Casi 12 millones de personas en todo el mundo sufrieron un ACV en 2021, un 70 por ciento más que en 1990, según un equipo dirigido por Valery Feigin, de la Universidad Tecnológica de Auckland, en Nueva Zelanda.
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Ahora es la tercera causa de muerte en el mundo, matando a más de 7,3 millones de personas cada año.
No tiene por qué ser así, ya que el accidente cerebrovascular se puede prevenir en gran medida, dicen los expertos.
“Dado que el 84 por ciento de la carga de ACV se vincula con 23 factores de riesgo modificables, hay enormes oportunidades de alterar la trayectoria del riesgo de ACV para la próxima generación”, señaló la coautora del estudio, la Dra. Catherine Johnson. Es científica investigadora principal del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en Seattle.
Algunos factores de riesgo para el accidente cerebrovascular incluyen la contaminación del aire (exacerbada por el cambio climático), el exceso de peso corporal, la presión arterial alta, el tabaquismo y la inactividad física. Todos estos peligros se pueden reducir o controlar, apuntaron los investigadores.
El estudio aparece en la edición del 18 de septiembre de la revista The Lancet Neurology.
Además de los millones de muertes relacionadas con los accidentes cerebrovasculares, estos ataques a menudo dejan a los sobrevivientes gravemente discapacitados. El número de años de vida saludable perdidos en todo el mundo por ACV aumentó en casi un tercio (un 32 por ciento) entre 1990 y 2021, encontró el informe.
¿A qué se debe el aumento de los accidentes cerebrovasculares? Según el nuevo análisis, la tasa de exposición de las personas a numerosos factores de riesgo de accidente cerebrovascular sigue aumentando.
“Entre 1990 y 2021, la carga global de accidentes cerebrovasculares relacionada con un índice de masa corporal alto [IMC; un aumento del 88 por ciento], las temperaturas altas [un 72 por ciento], un nivel alto de azúcar en la sangre [un 32 por ciento], una dieta rica en bebidas endulzadas con azúcar [un 23 por ciento más], una actividad física baja [un 11 por ciento más], la presión arterial sistólica alta [un 7 por ciento más] y una dieta baja en ácidos grasos poliinsaturados omega 6 [un 5 por ciento más] aumentaron sustancialmente”, según un comunicado de prensa de la revista.
Las temperaturas más altas significan un empeoramiento de la contaminación del aire, otro factor de riesgo conocido para el accidente cerebrovascular. El impacto de los días calurosos y con smog en el riesgo de ACV quizá sea más devastador en los países más pobres, apuntaron los investigadores, y solo podría empeorar con el cambio climático.
De hecho, en lo que respecta al riesgo de ACV hemorrágico (sangrado), ahora se cree que los riesgos planteados por respirar aire sucio son iguales a los de fumar, anotaron los investigadores.
El accidente cerebrovascular hemorrágico es mucho menos común que el accidente cerebrovascular isquémico (vinculado a coágulos) y comprende aproximadamente el 15% de los casos. Pero es responsable de la mitad de todas las muertes y discapacidades vinculadas con el ACV en todo el mundo, anotaron los investigadores.
El empeoramiento de las dietas también desempeña un papel importante en las tasas de accidentes cerebrovasculares, ya que aumenta las tasas de obesidad, colesterol alto y presión arterial alta, todos ellos factores de riesgo importantes de accidentes cerebrovasculares.
Eso está sucediendo incluso en los países más pobres y entre los más jóvenes, dijo Johnson.
“La pérdida de salud relacionada con el accidente cerebrovascular afecta de manera desproporcionada a muchos de los países más desfavorecidos de Asia y África subsahariana debido a la creciente carga de factores de riesgo no controlados, especialmente la presión arterial alta mal controlada, y al aumento de los niveles de obesidad y diabetes tipo 2 en adultos jóvenes, así como a la falta de servicios de prevención y atención del accidente cerebrovascular en estas regiones. “, dijo.
Pero el cambio es posible, añadió.
Debido a que la contaminación del aire está estrechamente relacionada con el aumento de las temperaturas, “no se puede sobreestimar la importancia de las acciones y medidas climáticas urgentes para reducir la contaminación del aire”, dijo Johnson. “Y con una exposición cada vez mayor a factores de riesgo como el azúcar alto en la sangre y una dieta rica en bebidas endulzadas con azúcar, existe una necesidad crítica de intervenciones centradas en la obesidad y los síndromes metabólicos [como la diabetes]”.