Los cambios en las cepas del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, tienen un rol en la reducción del riesgo
Es mucho menos probable que desarrolle COVID prolongado ahora que en medio de la pandemia, muestran unos datos nuevos y prometedores.
Los cambios en las cepas del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, tienen un rol en la reducción del riesgo, pero también lo hacen los beneficios comprobados de la vacunación, apuntaron los autores del estudio.
¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA
“La investigación sobre la disminución de las tasas de COVID prolongado marca la rara ocasión en que tengo buenas noticias que informar sobre este virus”, señaló el autor principal del estudio, el Dr. Ziyad Al-Aly. “Los hallazgos también muestran los efectos positivos de vacunarse”.
Al-Aly es epidemióloga clínica y especialista en investigación sobre la COVID-19 en la Universidad de Washington, en St. Louis. Su equipo publicó sus hallazgos en la edición del 17 de julio de la revista New England Journal of Medicine.
El nuevo informe llega inmediatamente después de otro estudio publicado recientemente por un equipo de la Universidad de Münster, en Alemania. Esa investigación encontró que los riesgos de COVID prolongado se reducían con la aparición de cada nueva cepa sucesiva del virus, y con múltiples vacunas.
En el informe más reciente, el equipo de Al-Aly examinó minuciosamente millones de expedientes de salud compilados por el sistema de atención de la salud más grande de Estados Unidos, el Departamento de Asuntos de Veteranos de EE. UU.
En total, los datos incluyeron a 441,583 veteranos que habían sido diagnosticados con infecciones por SARS-CoV-2 y a más de 4.7 millones de veteranos no infectados, a los que se les dio seguimiento desde el 1 de marzo de 2020 hasta el 31 de enero de 2022.
Luego, los investigadores dividieron a los veteranos en cinco grupos.
Primero fueron tres grupos de veteranos no vacunados que se infectaron con COVID-19 con la cepa original en 2020, la variante Delta en 2021 o la variante Ómicron que surgió en 2022 (y continúa hoy).
Además, el equipo separó a otros dos grupos: las personas vacunadas que habían sido infectadas con la variante Delta y las personas vacunadas infectadas con Ómicron.
Luego, los investigadores observaron las tasas de COVID prolongado que ocurrieron dentro de un año tras la infección entre los veteranos de los cinco grupos.
Surgió una tendencia clara: las tasas de COVID prolongado disminuyeron a medida que surgía cada nueva cepa.
En general, un 10.4 por ciento de las personas que se habían infectado con la cepa original de COVID-19 desarrollaron COVID persistente. Sin embargo, esa tasa se redujo al 9.5% de los infectados durante la era Delta y al 7.7% de los infectados por Ómicron.
Estar vacunado redujo aún más las probabilidades de COVID persistente: 5,3% durante la era Delta y 3,5% una vez que Ómicron tomó el control (las vacunas no estaban disponibles durante la era de la “cepa original” de la pandemia).
“Se puede ver una diferencia clara y significativa en el riesgo durante las eras Delta y Ómicron entre los vacunados y los no vacunados”, dijo Al-Aly, que también es director del Centro de Epidemiología Clínica del Sistema de Atención de la Salud de la VA de St. Louis. “Entonces, si las personas piensan que la COVID no es gran cosa y deciden renunciar a las vacunas, esencialmente están duplicando su riesgo de desarrollar COVID prolongado”.
Al-Aly también enfatizó que el riesgo actual de desarrollar COVID persistente (3.5%) sigue siendo sustancial.
“Son tres o cuatro individuos vacunados de cada 100 que contraen COVID prolongado”, comentó en un comunicado de prensa de la universidad. “Multiplicado por la gran cantidad de personas que se siguen infectando y reinfectando, es mucha gente. Este riesgo restante no es trivial. Seguirá sumando un problema de salud ya asombroso que enfrentan las personas en todo el mundo”.
Enfatizó que, según la investigación, la naturaleza de los casos de COVID prolongado también cambia con cada nueva cepa viral.
Por ejemplo, la llegada de la cepa ómicron pareció coincidir con una disminución de las complicaciones de la COVID prolongado en el corazón, el cerebro, los riñones y los pulmones.
Pero en el mismo periodo, los problemas de salud relacionados con la función metabólica y el sistema gastrointestinal aumentaron, anotó Al-Aly.
“La gente tiende a pensar en el SARS-CoV-2 como un virus homogéneo”, dijo. “Pero cada variante tiene su propia huella dactilar. El virus original golpeó duramente el sistema respiratorio. Ómicron se centró en problemas metabólicos y gastrointestinales. Es importante porque si bien el riesgo de COVID prolongado es cuantitativamente más bajo, una persona puede tener un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad en función de la parte del cuerpo a la que se dirija la variante de COVID”.
La investigación fue financiada por el Departamento de Asuntos de Veteranos de EE. UU.