El Derecho al ambiente sano está consagrado en el artículo cuarto constitucional en México
La ecología (definida desde las ciencias naturales) es la ciencia que estudia los ecosistemas, es decir, la combinación de especies (incluyendo al ser humano) y el medio ambiente en el que habitan, así como las interacciones entre ellos. La ecología es una ciencia interdisciplinaria porque implica el estudio de las interacciones entre los organismos vivos y su entorno físico, así como las formas en que los organismos interactúan entre sí. Esto requiere conocimientos de múltiples campos, incluidos biología, química, física, geología, matemáticas y más (en este “más” se encuentran las ciencias sociales). Los enfoques interdisciplinarios ayudan a los ecólogos a identificar y analizar los factores clave que influyen en los patrones y procesos ecológicos, así como a desarrollar soluciones efectivas para los desafíos ambientales, los problemas ambentales. Las distintas ramas de la ecología suministran perspectivas concretas sobre contextos ambientales particulares, incluyendo la interacción humana con el medio y el impacto de las actividades industriales en los hábitats naturales. Una de sus ramas es la ecología industrial: una economía basada en el desarrollo industrial (que se presenta como desarrollo y progreso) ha forjado circunstancias que afectan a las poblaciones biológicas, ya sea a través de la extractivismo de recursos, como ocurre con la minería o la industria química, que introducen elementos extraños a los ecosistemas originales ocasionando desequilibrios ecológicos dado procesos contaminantes y, en ocasiones, la desaparición de algunas especies y la afectación a la biodiversidad por ende.
Generalmente ante problemas complejos y emergentes, por ejemplo, el ambiental, se proponen soluciones desde la jerarquía de los tomadores de decisión tradicional, por ejemplo, un presidente, un gobernador, el director de área, etc. La urgencia impone entonces la necesidad de tomar decisiones. Sin embargo, en muchas ocasiones se tiene poca o nula información de calidad, a veces porque justamente el problema es enteramente nuevo (muchas ocasiones producto del desarrollo tecnológico). La ciencia, digamos dirigida desde el gobierno, es lenta en su accionar porque se requiere programas, presupuestos e incluso políticas públicas. Ante esa limitación, la ciencia posnormal se constituye como una estrategia para tomar decisiones que involucran sistemas complejos y que considera elementos del sistema socioecológico. La ciencia posnormal no solo considera lo eminentemente ecológico/biologicista sino otras disciplinas como la sociología o la biopolítica (ciencias sociales). Más aún, propone un mecanismo ordenado de compromiso social para integrar el conocimiento científico y no científico, en un trabajo transdiciplinarios (es decir generación de conocimiento desde la sociedad). También se le llama “ciencia con la gente” porque con sus mecanismos de decisión se tienen en cuenta tanto los valores e intereses involucrados en la decisión, como los relacionados con objetivos en conflicto, así como los científicos. Mientras la incertidumbre científica se puede dimensionar a partir del conocimiento científico y el diálogo con las comunidades que aportan, en “línea” saberes acerca de los problemas ambientales. Los intereses en conflicto requieren de un respetuoso e intercultural proceso, valorando al centro el Derecho al ambiente sano de los pobladores afectados. Es intercultural porque el término “interculturalidad”, se refiere a las relaciones que existen entre grupos humanos culturalmente diversos en una sociedad determinada, es complejo y se utiliza actualmente para referirse a las relaciones que existen dentro de la sociedad entre diversas constelaciones mayoritarias y minoritarias definidas no sólo en términos de cultura, pero también de etnia, idioma, denominación religiosa y/o nacionalidad. La interculturalidad puede subyacer en la desigualdad, diferencia y diversidad y en temas ambientales es vital porque intenta converger en conflictos socioambientales (por ejemplo, el conflicto entre la huella ecológica de la industria minera y la ventaja económica acerca de la inversión y empleo que genera. Más aún, las propias comunidades, al margen de la ventaja en nuevos empleos, buscan preservar su forma de vida y su tipo de actividad productiva trastoca materialmente el sistema socioecológico completo. La interculturalidad es un concepto complejo y se entiende de diferentes maneras. Las interpretaciones contemporáneas sugieren que la interculturalidad debe verse en términos interpersonales e interaccionales más que como un encuentro entre “culturas”. En la interacción, la interculturalidad implica la creación e interpretación de significados entre participantes que no comparten las mismas comprensiones lingüísticas y culturales y esto requiere que los participantes participen en procesos de mediación intercultural y descentramiento.
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Hay que recordar que el Derecho al ambiente sano está consagrado en el artículo cuarto constitucional en México. Existe gran incertidumbre ante proyectos productivos como la gran minería o el fracking (que contamina mantos freáticos con hidrocarburos) ya que diversos intereses, legítimos y no legítimos están en juego. Es decir, la decisión debe pasar por el conocimiento científico disponible. Si es suficiente y la incertidumbre es baja entonces se puede tomar una decisión “fácilmente” pero ¿qué ocurre cuando la incertidumbre científica es elevada? Es necesario asumir que no se sabe y abrir la discusión hacía la sociedad. En ese sentido, la adherencia a ciertos criterios, los “intereses en la toma de decisiones” y la “incertidumbre científica” constituyen una ciencia posnormal. Los autores de la guía de decisiones, Funtowicz y Ravetz (2000), crearon un modelo heurístico: implica definir los tipos de conocimiento necesarios para la gestión de riesgos ambientales a nivel cartesiano, teniendo en cuenta los estándares. En el eje X está el nivel de incertidumbre en el sistema y en el eje Y el esfuerzo en tomar una decisión. La ciencia posnormal se encuentra en un período de cambio de paradigma, y los científicos formados en paradigmas previamente dominantes pueden malinterpretarla pensando en que no es ciencia o que incluso es anticiencia. La ciencia posnormal surge en crisis sociales y/o emergentes cuando el conocimiento científico disponible es incierto e incompleto. Es decir, es una postura eminentemente científica ya que parte de la observación del fenómeno con la mayor amplitud posible incorporando los saberes de las comunidades con el fin tomar decisiones ante problemas emergentes. La toma de decisiones ocurre después de una consulta pública y la divulgación tanto de los conocimientos científicos como los extras disciplinarios. Incluso puede ser que ni con la incorporación amplia de conocimiento transdisciplinario se deba tomar una decisión y según la guía decisional se fundamentaría en un proceso democrático.