Villa de Pozos, antes denominada San Francisco de Los Pozos, fue creada en 1592, como una hacienda de beneficio para sembrar y cosechar granos, producir cárnicos, aperos y otros enseres, que daban sustento a los trabajadores de las minas de Cerro de San Pedro, que en aquella época producían grandes riquezas a favor de los detentadores del gobierno de la Nueva España.
Debido a la gran demanda de mano de obra en estas minas, de las más importantes del Virreinato, por la inmensa extracción de oro y la plata; los explotadores mineros, contrataron trabajadores provenientes de otras localidades de la región, y de otras entidades, incluyendo a extranjeros (españoles), mismos que se asentaron alrededor de Cerro de San Pedro, y así se fundaron las congregaciones de Cuesta de Campa, Portezuelo, La Zapatilla, Jesús María, Calderón, Monte Caldera, San Francisco de Los Pozos, Divisadero, entre otras.
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Durante 400 años, debido al trabajo y explotación de miles de trabajadores que extrajeron los minerales preciosos de las minas de Cerro de San Pedro, este lugar, fue un gran polo de desarrollo económico, tanto así, que en aún las primeras décadas del siglo XX con nuevas formas de extracción de los minerales áureos, utilizando grandes máquinas-herramientas, el vapor, y transporte moderno como el ferrocarril, se trasladaban minerales desde el Cerro, hasta la fundidora ASARCO ubicada en la ciudad de San Luis Potosí en un tren que le llamaban “El Piojito”. Fue en estos momentos, que se funda el municipio de Villa de Pozos en 1927.
Todo principio tiene un fin. En décadas posteriores, a falta de materia prima que extraer en las minas de Cerro de San Pedro y la crisis económica por efectos del fin Segunda Guerra Mundial, hubo una gran emigración de los trabajadores que se asentaban en los alrededores de la mina para buscar trabajo en otros lados. La economía cayó en estos asentamientos, sobre todo en Villa de Pozos, en esta localidad se abandonaron los campos de labranza y el cuidado de los animales, no había gran cosa que administrar, más que las quejas de los poceños que demandaban empleo, vivienda, escuelas, centros de salud, servicios de agua, energía eléctrica, calles pavimentadas, etcétera, por ello el pragmático gobernador del estado de aquella época, Gonzalo N. Santos, apoyado con sus diputados afines, el 7 de octubre de 1946 publicó un Decreto de la extinción del municipio de Villa de Pozos: “La base para proceder en tal reforma es la penuria en que viven los pueblos. No tiene caso mantener autoridades que no tienen nada que administrar”. Punto.
En los años setentas con la creación de la Zona Industrial en una parte del territorio de la demarcación de Pozos, y sobre todo, en las dos últimas décadas con el vertiginoso desarrollo industrial por la instalación -en este lugar- de gran cantidad de empresas transnacionales de la industria automotriz que ocupan a cientos de miles de obreros, destacaba –hasta hace unos días- la recaudación de impuestos en beneficio de la hacienda del municipio capitalino, y ahora será en favor del nuevo municipio. Otra fuente de ingresos a la tesorería municipal en estos últimos años es el impulso a la industria de la construcción y de las empresas inmobiliarias por la construcción de grandes complejos habitacionales (para satisfacer la creciente demanda de vivienda de los sectores laborantes que se asientan en esta zona, y que les genera a los especuladores de predios y a los constructores, mucha plusvalía) por el pago de impuestos prediales, avalúos catástrales y permisos y licencias. El nuevo municipio dado su gran densidad poblacional de cientos de miles de habitantes, florece la actividad comercial, la hotelería, restaurantes, el transporte público y la prestación de servicios. Un gran polo de desarrollo económico en beneficio de los dueños del capital.
Como se ve, hoy como hace 400 años cuando se fundó el pueblo de San Francisco de los Pozos, se remunicipaliza esta demarcación por fines estrictamente económicos en favor de los más poderosos de nuestra entidad y del país, siendo beneficiados los especuladores del suelo y los grandes constructores de vivienda, y también entes de la clase política local, que en próximos días, se manifestarán en pleitos por la repartición de los puestos públicos del nuevo Ayuntamiento. Los dueños de las fábricas de la Zona Industrial, exigirán con más energía mejores servicios públicos y vías rápidas de conexión, pavimentaciones, etcétera. En tanto, la mayoría de los poceños, obreros fabriles que se han asentado desde hace años por necesidad en este lugar, en colonias marginadas, donde se carece de abasto de agua entubada en sus domicilios, drenaje, energía eléctrica, alumbrado, pavimentaciones y en comunidades antes rurales, como Jassos, Santa Rita, Panalillo, seguirán viviendo en el abandono y en la miseria; mientras las autoridades no volteen a ver sus necesidades y problemas de urbanismo, como en estos momentos; las inundaciones que sufren los vecinos de las colonias de Silos, Las Mercedes, Seminario y entre otras, la Cecilia Ocelli, por las presentes lluvias. Ojalá que en Pozos y su nuevo Ayuntamiento, no solo le dé importancia y atienda a los intereses de los sectores económicos fuertes y su clase política; los sectores laborantes de este lugar, hoy como hace siglos, forjaron y están forjando la grandeza y florecimiento de nuestra Patria Chica, y también valen, y mucho.