Los beneficios del ejercicio físico se extienden hasta los nietos, según un nuevo estudio

Un equipo del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas comprobó que los efectos adversos de un estilo de vida sedentario también repercuten sobre la descendencia

Los efectos beneficiosos del ejercicio físico moderado son buenos para quienes lo practican, pero los investigadores han comprobado que sus beneficios redundan en los hijos y que se transmiten como herencia incluso hasta la segunda generación, los nietos.

Lo ha comprobado un equipo del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español liderado por el investigador José Luis Trejo, que dirige el grupo “Estilo de Vida y cognición”, y los resultados del trabajo se han publicado en el “Journal of Neuroscience” de la Sociedad Americana de Neurociencia.

Y al igual que los beneficios, los autores del trabajo han comprobado que los efectos adversos de un estilo de vida sedentario también repercuten sobre la descendencia a través de los mismos mecanismos.

Los investigadores han comprobado en ratones cómo el entrenamiento con ejercicio moderado tiene un efecto más duradero de lo que se pensaba, beneficiando hasta la segunda generación, y que muy probablemente está mediado por un pequeño grupo de “micro RNAs” que actúan transmitiéndose de padres a hijos a lo largo de las generaciones.

Esos “micro ARNs” (miRNAS), ha explicado el Instituto Cajal en una nota de prensa difundida hoy, son ARN (ácido ribonucleico) de pequeño tamaño que están involucrados en procesos fisiológicos que gobiernan la función cerebral normal y que son capaces de controlar la expresión génica, y constituyen un mecanismo epigenético de herencia que se transfieren a las siguientes generaciones a través de las células sexuales.

La herencia epigenética consiste en cambios en la función de los genes, inducidos por diversos mecanismos; esos cambios activan o inactivan genes sin modificar la secuencia del ADN, en respuesta a factores ambientales, como la alimentación o el ejercicio.

Ya se sabía que los “micro RNAs”, que se descubrieron en 1993, están involucrados en procesos fisiológicos que gobiernan la función cerebral normal y los perfiles de “micro ARNs” desregulados se asocian con el desarrollo y la progresión de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.