Existen diversos tratamientos para la trombosis, pero los anticoagulantes son los más comunes
La trombosis es la formación de un coágulo de sangre en un vaso sanguíneo. ya sea una vena o una arteria. Esta condición puede manifestarse en dos formas principales: trombosis venosa profunda (TVP) y trombosis arterial. La trombosis venosa profunda ocurre cuando el coágulo se forma en las venas profundas de la pierna y puede desplazarse hacia los pulmones, resultando en una embolia pulmonar (EP). Este proceso se conoce como tromboembolismo venoso (TEV).
Ambas formas de trombosis, venosa y arterial, comparten mecanismos patológicos similares y pueden ser causadas por factores de riesgo tanto adquiridos como heredados. Existen algunos síntomas de alerta que pueden indicar la predisposición de un paciente a sufrir estos trombos. La edad, el historial médico, los medicamentos que tiene prescritos y otros factores pueden suponer un riesgo para tenerlos. Por ello, los médicos suelen hacer pruebas como ecografías y análisis de sangre que ayuden a revelar la presencia de los coágulos de sangre.
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La Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia señala que el tratamiento de estas afecciones puede variar. Hay tratamientos para evitar que el coágulo sanguíneo crezca, para evitar que se desprenda y llegue a los pulmones, o para reducir su probabilidad de desarrollar otro coágulo sanguíneo. Los científicos de los NIH continúan investigando nuevos medicamentos y mejores opciones de tratamiento.
No obstante, los anticoagulantes son una de las principales líneas de tratamiento para la trombosis. Estos medicamentos actúan impidiendo la coagulación de la sangre y pueden administrarse en forma de inyecciones, como la heparina o la enoxaparina, o en tabletas, como el apixabán, dabigatrán, rivaroxabán, edoxabán y warfarina. Todos los pacientes con trombosis venosa profunda reciben anticoagulantes y en casos raros trombolíticos.
Las heparinas de bajo peso molecular suelen ser el tratamiento inicial, porque pueden administrarse de forma ambulatoria. Para aquellos que no sea indicada, como los pacientes con problemas de riñones, se puede usar la heparina no fraccionada, pues esta no se elimina por vía renal. La heparina no fraccionada se administra en forma de bolo e infusión para lograr una anticoagulación completa, mientras que la de bajo peso molecular se administran típicamente por vía subcutánea en una dosis basada en el peso.