Pérdida de peso… no todo es ventaja

(Conte C et al. JAMA 2024; DOI 10.1001/jama.2024.6586)

La obesidad se ha relacionado con eventos adversos en casi todos los órganos y la pérdida de peso es objetivo primordial para mejorar o disminuir las complicaciones derivadas del sobrepeso, lo que es proporcional. Así, la pérdida de peso de 5 a 10% en personas con diabetes mejora el control glucémico, la disminución de 15 a 25% del peso pudiera alcanzar hasta la remisión de la diabetes, tal y como se ha observado con la cirugía bariátrica.

El advenimiento de medicamentos anti-obesidad como los péptidos ligados a glucagon (GLP-1), pudieran alcanzar pérdidas de peso similares en 12 a 18 meses.

La pérdida intencional de peso, disminuye grasa libre corporal, lo que incluye a la que conforma también músculo (hasta 50% de los constituyentes musculares es grasa). El ejercicio, principalmente el de resistencia, puede atenuar la pérdida de grasa libre muscular (de 50 a 95%) y disminuir “fragilidad” o sarcopenia.

Adicionalmente al ejercicio, hay modificaciones de la sensibilidad a la insulina a nivel muscular con cambios en los niveles de triglicéridos.

El problema es mantenerse en las ganancias que otorga la disminución de peso, porque la mayoría de las personas tienden a incrementar aún más de peso, en particular al suspender el tratamiento.

Trombosis y empleo de anticonceptivos
(Barcellona D et al. Semin Thromb Hemost 2024; 50: 91-5)

En 1921 el profesor en Fisiología Ludwing Haberlandt descubrió la contracepción posterior a trasplantar ovarios. Jordan y Anand en Lancet, 40 años después, informaron de enfermera de 40 años que tuvo tromboembolismo pulmonar relacionado al tratamiento para endometriosis (mestranol) y la FDA en 1963 publicó la potencial asociación entre la anticoncepción y trombosis, pero concluyó que no había incremento significativo del riesgo de hipercoagulabilidad, a pesar de reporte de 12 muertes por tromboembolismo (en 1 millón de mujeres que emplearon mestranol).

En 2018, metanálisis de 17 estudios con inclusión de 23,595,640 mujeres enfatizó el riesgo de tromboembolismo asociado a estrógenos o sus derivados hasta 40%, más aún ante la presencia de factores asociados como edad, tabaquismo, índice de masa corporal elevado, otros contribuyentes de trombofilia y comorbilidades. De tal manera que hay mayor riesgo de trombosis con el consumo de derivados estrogénicos particularmente en mayores de 35 años (400% más), lo que aumenta con mayor índice de masa corporal (obesidad se asocia a 10 veces más), etc.

Se recomienda el empleo de progestinas en mujeres con riesgo elevado de trombosis, ya que estos hormonales que no se relacionan con hipercoagulabilidad.

Mitocondrias y cáncer
(Zhang et al. Cancer Cell 41, 1788-802; doi.org/10.1016/j.ccell.2023.09.003)

La mitocondria, organela intracelular, participa en procesos fisiológicos, tales como producción de energía, señalización de calcio y muerte celular programada. Su genoma de 16.6 Kb es de ADN circular (mtDNA) con 102-104 copias cada célula; se hereda a través de linaje y se comunica en mensajes celulares a través de nanotúbulos, tal y como se ha demostrado en cáncer y en células inmunes….activa linfocitos T, hay evasión inmune y participa en el infiltrado tumoral por los linfocitos T. Las alteraciones de linfocitos infiltrantes en el tumor, son parte de la falta de respuesta y control del cáncer, hecho que potencialmente tiene su base en alteraciones de la función mitocondrial.

Las mitocondrias trasfieren su fenotipo a través de señales genéticas que involucran el citosqueleto, con producción de energía y vías de señalización como la de factor de necrosis tumoral.

Todo lo anterior, abre horizontes terapéuticos para mejorar el pronóstico de quienes sufren de cáncer.