La Marcha LGBT+ es un recordatorio de que la lucha por la igualdad y la dignidad humana debe continuar, hasta que todos puedan vivir y amar sin miedo ni discriminación
El clima no fue impedimento para que la XLVI Marcha del Orgullo LGBT+ de la Ciudad de México se convirtiera en un vibrante punto de encuentro, donde miles de capitalinos y personas de todo el país se congregaron para conmemorar décadas de lucha y resistencia.
Desde las primeras horas, Paseo de la Reforma, Avenida Juárez, 5 de mayo y el Zócalo se transformaron en refugios temporales para aquellos que han enfrentado discriminación, violencia y miedo debido a su orientación sexual o identidad de género.
Entre pelucas de colores, lentejuelas relucientes y abanicos, se alzaban carteles exigiendo justicia por figuras como le magistrade Jesús Ociel Baena, María Elizabeth Montaño, activista trans, Samantha Gómez Fonseca, defensora de derechos humanos, todas víctimas de crímenes de odio.
En medio del bullicio y la multitud, emergen también las voces de las poblaciones con discapacidad, las abuelas trans pioneras, que hace 46 años tomaron las calles en buscando un alto a la persecución tortura de a que fueron víctimas por parte de la policía, y las familias diversas y aliadas que acompañan la causa.
En las calles adyacentes, los colores del arcoíris inundan puestos de productos y bebidas, algunos de forma clandestina, atrayendo tanto a curiosos como a grupos de madres dispuestas a ofrecer abrazos reconfortantes para aquellos que han sido rechazados en sus familias, acto que se ha vuelto tradición en los últimos años.
