Obesidad

(Ann Intern Med 2024; doi:10.7326/AITC202405210)

La obesidad es problema importante de salud pública que se asocia a mayor morbilidad y mortalidad; la pérdida de peso ayuda a disminuir complicaciones y a mejorar la calidad de vida y la supervivencia. Sin embargo, los tratamientos incluyen modificación del estilo de vida que resulta frecuentemente muy difícil el alcanzar el objetivo, además de medicamentos contra obesidad y cirugía bariátrica.

La prevalencia de obesidad, índice de masa corporal (BMI) de 30 kg/m2 ó más, ocurre en 45% y adicionalmente, el sobrepeso afecta a otro 31% de la población (BMI entre 25 y 30).

Complicaciones asociadas incluyen diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular, osteoartritis, enfermedad por reflujo gastro-esofágico, apnea obstructiva del sueño, depresión, etc., problemas que mejoran con sólo disminuir 10 a 15% el peso corporal.

Sabemos que causas poligénicas son comunes y más de 1200 locus (antes loci) se identifican como asociados. La disminución del 10% de peso, resulta en 15% de reducción de gasto energético y la termogénesis adaptativa persiste por más de un año subsecuentemente a la pérdida de peso.

La dieta adecuada, con aumento de fibra y adecuada cantidad de horas de sueño, logra mejores resultados para disminución de peso. La metformina puede ser útil y habitualmente es segura y bien tolerada. Medicamentos novedosos como los denominados agonistas de receptores GLP1, suelen ser eficaces pero caros. El tratamiento quirúrgico (cirugía bariátrica) puede ser la mejor opción para las personas con obesidad importante, suele revertir mucho del síndrome metabólico que incluye diabetes e hipertensión.

Medicina, ciencia y arte
(Strange TJ. JAMA 2024; 331: 1357-8)

El cuidado médico ha incrementado la precisión y eficiencia en diagnóstico y tratamiento; la compasión, comprensión, asistencia, respeto y empatía, adicionalmente, le confiere la fortaleza al cuidado de la Salud, lo que incrementa la satisfacción.

La robótica, la inteligencia artificial, la telemedicina, entre otras modalidades, se invitaron al escenario para mejorar la relación médico-paciente, el diagnóstico y tratamiento oportunos, lo que condiciona satisfactores y evita la ansiedad, depresión y desgaste, aunque en ocasiones tales potenciales ventajas, desvirtúan lo adecuado del camino, la percepción de la buena medicina y la ciencia en el arte de la Medicina, en el marco de la buena práctica clínica.

Las intervenciones e innovaciones, deben de servirnos para alcanzar la excelencia en espiritualidad y el mejor cuidado de quien nos requiere y necesita, en el marco de la compasión, comprensión y respeto.

Recuperación después de una noche de insomnio
(Smith DG New York Times)

Cuando las personas duermen poco, sufren efectos adversos como problemas de atención, de memoria, de toma de decisiones y cursan con irritabilidad.

El ejercicio, la comida sana y el tener hábitos de sueño saludables son las bases para una buena salud. Sin embargo, la mayoría hemos tenido una noche (o muchas) en la que sucede todo lo contrario; una noche de dormir poco puede echarte a perder el día siguiente.

Cuando las personas duermen poco, tienen periodos de respuesta más lentos, su toma de decisiones se ve afectada, se les complica poner atención y tienen memoria deficiente, con más propensión a sentir ansiedad, depresión y comportamientos antisociales. Hechos que se reproducen experimentalmente al quitar las horas del sueño en sólo 24 horas o 1 día.

Eti Ben Simon, científica investigadora en el Centro de Ciencias del Sueño Humano de la Universidad de California en Berkeley, afirmó que, el eliminar una o dos horas de sueño durante un par de noches, tiene el mismo efecto.

En el cerebro, estos cambios se reflejan con menor actividad en la corteza prefrontal, encargada de la planeación, la toma de decisiones y otras funciones de ejecución. A la vez, se presenta mayor actividad en la amígdala, una zona del cerebro relacionada con los sentimientos de temor y ansiedad.

Para mitigar estos efectos, el consejo principal que dan los expertos es tomar una siesta, lo que mejorará el desempeño en muchos de los procesos cognitivos afectados por la falta de sueño. La siesta, debemos limitarla a 30 minutos.

La cafeína también mejora el estado de alerta y la cognición, pero no hay que excederse: demasiada cafeína provoca ansiedad y nerviosismo, así como aumento de la frecuencia cardiaca.

El ejercicio habitual contrarresta las consecuencias que tiene la falta de sueño en la salud a largo plazo; también hay pruebas de que mejora el rendimiento inmediatamente después de una mala noche de sueño. Estudio reveló que los estudiantes universitarios que hacían ejercicio después de una noche sin dormir obtenían mejores resultados en una prueba de control cognitivo que los que no hacían ejercicio.

Exponerse a una luz natural brillante es otra manera de aumentar el estado de alerta, señaló Soomi Lee, profesora adjunta de desarrollo humano y estudios familiares en la Universidad Estatal de Pensilvania. Para obtener los beneficios tanto de la luz como del ejercicio, se sugiere dar un paseo al mediodía.

De ser posible, habrá que evitar tener conversaciones importantes o densas, ante la falta de sueño, ya que aumenta la irritabilidad. Los expertos también recomiendan no hacer movimientos financieros o de importancia vital.