Triunfo de Morena, régimen democrático y negación político-psicológica

En un régimen democrático las contiendas electorales siempre están marcadas por el contraste que genera la pluralidad de propuestas, posicionamientos y/o la defensa de los intereses que los candidatos, partidos políticos o coaliciones representan. En un país democrático, en el contexto del proceso electoral y de las campañas políticas, se tiende a estimular la participación de la ciudadanía para que la construcción de la autoridad política sea el reflejo auténtico de la voluntad del pueblo. Lo que llama la atención en esta elección 2024 en México es que más allá del fragor de las convicciones políticas algunos pretendan distorsionar los cimientos que sostienen nuestro sistema político-electoral que tantos años nos costo como nación construir; pero aún más delicado resulta que muchos de los teóricos y “formadores” de la democracia mexicana e internacional ahora estén formados en la fila del fomento a la confusión y fortalezcan las ideas de la incertidumbre que pueden constituirse en el germen de retrocesos políticos.

Hace más de una década (2010) el Centro de Capacitación Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación publicó el Material Didáctico de Apoyo a la Capacitación en el cual se citan publicaciones de muchos personajes como Benito Nacif, Pedro Salazar, José Woldenberg, Ricardo Becerra, Giovanni Sartori, Jesús Silva-Herzog Márquez, Bernhard Thibauth, Nohlen, Michael Zurn, Alberto Borea Odría, Edmund Burke, José Antonio Crespo, Kevin J. Middlebrook, Maurice Duverger, Carlos Elizondo, Haba Müller, Linz Juan J, Alfred Stepan, Soledad Loaeza, Mauricio Merino, Juan Molinar y Bernard Manin, entre otros. Sin duda, todos ellos conocidos y algunos muy respetados y con prestigio en México y en el mundo. El texto referido dice en el apartado de “Régimen democrático” que el significado etimológico de ―democracia‖ es gobierno del pueblo por el pueblo y deriva de las palabras griegas demos (pueblo) y cratos (poder o gobierno). De esta manera, la democracia es una forma de gobierno, ―un modo de organizar el poder político en el que lo decisivo es que el pueblo no es sólo el objeto del gobierno —lo que hay que gobernar— sino también el sujeto que gobierna‖ (Salazar y Woldenberg 1993). Se lee en el documento que para hacer frente a estas nuevas características, las democracias modernas se fundamentan en dos principios elementales: 1. La representación política, y 2. El principio de mayoría. La representación política es un instrumento para: (i) resumir los intereses sociales, (ii) canalizar las demandas de los gobernados y, (iii) estructurar un gobierno que dé respuesta a los requerimientos de las personas. El principio de mayoría básicamente postula que, en ausencia de unanimidad, el criterio que debe guiar la adopción de las políticas y las decisiones públicas es el de la mayoría de los participantes. Si resulta imposible que todos estemos de acuerdo en algo, al menos se puede lograr que una mayoría lo esté. En otra parte del documento afirma que el régimen democrático tiene las siguientes características: Se fomenta el pluralismo; se permite la competencia político-electoral; se celebran elecciones auténticas; se respeta el principio de mayoría; y, existe un Estado constitucional. Las preguntas entonces son: ¿estamos viviendo una elección democrática en 2024 en México?, ¿las características y los fundamentos que sustentan las democracias modernas existen en esta elección en México?, ¿estamos dispuestos todos, más allá de filias y fobias, a contribuir al avance democrático con compromiso real?

Bueno, pues aunque estamos ante la elección calificada como “la más grande de la historia de México” tanto por los cargos que se eligen como por el número de votantes llamados a las urnas (según datos del INE, la lista nominal está integrada por 98.329.591 electores, lo que representa casi 9 millones de personas más que en las elecciones generales de 2018 y están en juego 20,708 cargos de elección popular desde la presidencia de la República hasta Juntas Municipales y Alcaldías) y ante el inminente y contundente triunfo –todas las encuestas señalan diferencias de 2 dígitos, es decir de más de 10 puntos- que se avizora de la Doctora Claudia Sheinbaum en la elección presidencial y del partido Morena y sus aliados en la gran mayoría de las posiciones en disputa, se está intentando fabricar un escenario especulativo y de incertidumbre basado en la descalificación y el menosprecio  de la información que las casas encuestadoras nacionales publican y haciendo a un lado todo lo que sustenta el andamiaje político democrático de nuestro país. Resulta paradójico que algunos intelectuales, agentes de opinión, comunicadores, dirigentes de partidos políticos de oposición y ciudadanos muy apasionados que históricamente han defendido al INE, los valores de la democracia, la participación política ciudadana y la libertad de expresión ahora atenten contra la propia democracia. Todo indica que en esta ocasión están muy enojados con el presidente Andrés Manuel López Obrador y eso parecer afectar la objetividad de su análisis sobre la realidad política en esta contienda traduciéndose en lo que en psicología se llama negación psicológica.

La negación psicológica que se refiere a la acción de rechazar o ignorar información que es difícil de aceptar puede manifestarse de diversas formas, desde negar la existencia de un problema hasta minimizar su importancia o distorsionar la realidad para que se ajuste a nuestras creencias o deseos. Para el creador del psicoanálisis, Sigmund Freud, los ejemplos de esos mecanismos de defensa son: reprimir lo que duele, negar lo que molesta o proyectar las carencias propias en los demás. Se rechazan aquellos aspectos de la realidad que se consideran desagradables. El individuo se enfrenta a conflictos emocionales y amenazas de origen interno o externo, negándose a reconocer algunos aspectos dolorosos de la realidad externa o de las experiencias subjetivas que son manifiestos para los demás. Esperemos el resultado de las elecciones pero es deseable para la democracia mexicana que la negación existente no se traduzca en “negación psicótica” que es la que, dicen los que saben, se verifica cuando hay una total afectación de la capacidad para captar la realidad. Ya estamos a una semana de entrar a otra etapa, que sea para el bien de México.