A penas restan 30 días para que los potosinos se vuelquen en unos comicios que decidirá a su alcalde para el próximo trienio. En las pocas semanas transcurridas desde que iniciaron las campañas, los potosinos ya empiezan a tener elementos para decidir el sentido de su voto, la elección de su candidata o candidato, la selección del proyecto más atractivo y realista. Propuestas y programas fluyen por todas partes, los candidatos los proclaman a los cuatro vientos, los circulan, los comunican, los vocean. El ciudadano tiene ya información relevante para inclinarse hacia un lado u otro, hacia Sonia Mendoza o Enrique Galindo.
Aumenta el descontento hacia la gestión de Galindo, se subrayan sus promesas incumplidas hacia el abasto de agua y la seguridad de la capital. El antiguo alcalde, en busca de la reelección, incumplió la palabra dada a los ciudadanos de que solucionaría a la brevedad la crisis del agua que padece la capital potosina desde hace un año. Superado por la situación, opta por la huida hacia adelante, sin mirar a los muertos que deja detrás: colonias sin agua o, en el mejor de los casos, con restricciones severas; amigos que le reclaman la falta de suministro para sus negocios argumentando que ellos lo han puesto donde está como sucede con el dueño de un conocido campo de golf; promesas de perforar nuevos pozos que nunca se perforan o que si se perforan apenas sirven para que den el servicio requerido; la discriminación clasista que beneficia a las clases pudientes en detrimentos de las populares. Maniobras que exhiben a un candidato al servicio de una élite que le regaló la alcaldía a cambio de negocios y prebendas: “te hemos puesto donde estás”. Nada nuevo, pero ilustrativo de quien es Galindo y para quien trabaja. La seguridad no ha recibido la atención necesaria. El potosino ha sido abandonado por quien debía velar por su integridad, por quien supuestamente era un especialista, por quien llegó a la presidencia municipal con la promesa de atender profesionalmente la seguridad de todos los ciudadanos. Hoy, San Luis, está en manos de bandas criminales que cobran derecho de piso, proceden a la extorsión, utilizan el chantaje, con absoluta impunidad ante la indiferencia de las autoridades municipales. En los hechos, el fracaso absoluto en la gestión de los dos temas prioritarios de la comunidad.
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En frente, Sonia Mendoza se posiciona con firmeza. Su programa electoral genera ilusión y esperanza; su persona, confianza y seguridad. La candidata de la alianza Sigamos haciendo Historia adquiere a diario mayor credibilidad y transmite certeza. Quizás por eso, Galindo ha desatado una campaña negra en contra de Mendoza, para desacreditarla sin tener elementos, para desalentar a quien difícilmente se desalienta, para desanimar a quien no se desanima nunca. La campaña negra de Galindo sólo está generando desconfianza hacia su candidatura, su proyecto y sus propuestas. La violencia política de género que sufre Sonia en el ámbito digital controlado por el equipo de campaña de Galindo se explica desde la desesperación y pesimismo ante las posibilidades reales del exalcalde. Sonia Mendoza camina con paso firme, impasible ante los ataques, sin lloriqueos ni grititos patéticos a la manera de Galindo.
Hoy, las encuestas no pueden sostener que el exalcalde es puntero en la contienda, ni si quiera las amañadas y pagadas por el PRI-PAN-PRD, tramposos habituales. Las casas encuestadoras saben que también se juegan su prestigio profesional.