Cuarto Domingo de Pascua – Ciclo B (Juan 10, 11-18) – Abril 14, 2024
Hechos 4, 8-12; Salmo 117; 1 Juan 3, 1-2
En este Cuarto Domingo de Pascua, la Palabra nos recuerda que somos hijos amados de Dios…
Evangelio según san Juan 10, 11-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.
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Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre’’.
Reflexión:
¿Cómo conocer al Buen Pastor?
Podemos contrastar, en la primera lectura, la actitud de “los jefes del pueblo y a los ancianos” que interrogaban a Pedro, “por hacer el bien… y con ello desechar al Salvador” (cfr. Hechos 4, 8-12), con la actitud de la Contemplación para alcanzar Amor, al final de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, dónde oramos para reconocer y agradecer a Dios, tanto bien recibido de su parte; esto muestra dos extremos: por una parte, nos quedemos en nuestras ideas cerradas y egoístas, que condenan y desprecian el bien, versus, reconocer que, lo que Dios Padre y Jesús, solo desean para nosotros es el bien, lo mejor, y lo demuestran con su entrega para salvarnos de todo aquello que nos separa de su deseo, de su voluntad.
Se nos puede ir la vida, sin caer en cuenta que, la Buena Noticia es que somos hijos amados del Padre, que nos cuida y que su deseo es que tengamos una “vida que valga la pena vivirse”. Lo que requiere que aprendamos a construir una sociedad unida, donde entre nosotros, nos echemos “una mano”, para que todos podamos “vivir”, como en familia, en fraternidad, sin egoísmos, ni soberbias.
No es utópico, es posible:
- si reconocemos su voz y nos dejamos cuidar por Él…
- si hacemos caso a sus enseñanzas y las ponemos en práctica…
- si nos vamos “asemejando” a Jesús y al Padre…
- si descubrimos y enfrentamos al “lobo” (el mal) que nos divide y nos hace huir…
- si nos cuidamos unos a otros…
- si evitamos desentendernos de quiénes “están en peligro”…
- si nos unimos, como hermanos, como hijos del mismo Padre.
Como el Buen Pastor, Jesús, hay que saber dar la vida, por quien nos necesita: padres, hermanos, hijos, amigos, compañeros, conocidos… “o por cualquier persona que esté en necesidad”.
¿Cómo puedo ser y hacer el bien?… ¿Cómo conocer mejor cuál es la voluntad del Padre?… ¿Cómo asemejarme a Jesús?
Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
RecursosParaVivirMejor
www.ccrrsj.org
Para profundizar, leer aquí.
Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP