Uno de los primeros efectos tras el anuncio de la ruptura de las relaciones bilaterales será el retiro de los representantes diplomáticos de ambos países en el otro.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador anunció la noche del 5 de abril que había instruido a la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Alicia Bárcena, a a declarar la suspensión de relaciones diplomáticas con el gobierno de Ecuador, pero ¿qué significa esto para la política entre ambos países?
El anuncio, dado a conocer en sus redes sociales, se da luego de la irrupción por parte de la policía de Ecuador a la Embajada de México en Quito por la fuerza, esto con el propósito de extraer al expresidente Jorge Glas, protegido bajo asilo político.
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AMLO se refirió a esto como una “violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México”. Además de ser una decisión que pone fin a los vínculos y comunicaciones entre ambos gobiernos, un paso extremo con profunda implicaciones políticas, económicas y sociales.
Entre las acciones luego de declarar una ruptura diplomática se encuentra en la mayoría de casos el retiro de los representantes diplomáticos de ambos países en el otro.
En el caso de México, desde la mañana del viernes la canciller Bárcena solicitó, a través de la SRE, que Raquel Serur Smeke, embajadora mexicana en Ecuador denominada persona non grata, regresara a México con el fin de resguardar su seguridad e integridad.
Según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como parte se su acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas, destaca que:
La decisión de romper relaciones diplomáticas corresponde a la voluntad soberana de los Estados y puede ser ejercida por éstos a su libre arbitrio y en cualquier momento, puesto que no existe una obligación a cargo de los Estados que los obligue ni a establecer relaciones diplomáticas con Estado alguno.
Lo anterior significa que el rompimiento de relaciones diplomáticas, a pesar de ser considerado como un acto no amigable, no constituye una violación al Derecho Internacional Público.
Si bien como se menciona esta es una acción “no amigable” y es un paso importante y de retroceso para la relación entre dos naciones, esto no es necesariamente un precedente a una guerra y, en diversos casos, la ruptura tiene implicaciones no bélicas, sino económicas, sociales y políticas.
En el caso de Ecuador y México, su historial geopolítico tiende a alejarse de los conflictos a gran escala, por lo que un declaración de guerra sería un paso extremo y, en este contexto, un parteaguas desproporcionado e incoherente con las políticas exteriores de ambas naciones.
Sin embargo, estas son otras situaciones que podrían derivar de la ruptura, pero que no necesariamente serán el caso para la ruptura entre Ecuador y México:
Aislamiento diplomático e impacto en las políticas exteriores: romper relaciones entre dos naciones va más allá de solo descartar la relación entre dos. El contexto geopolítico actual es una red de conexiones entre países y cuando dos países previamente aliados se separan, lleva en algunos casos a la división, o cuando menos cambio en sus relaciones y políticas con otras naciones aliadas, acuerdos internacionales y comerciales.
Impacto en el comercio y economía: el comercio bilateral, transacciones comerciales y relaciones puede presentar cambio entre las naciones implicadas y sus aliadas, resultando en una incertidumbre que puede tener efectos negados en la estabilidad económica de ambos países, con disminución de inversión extranjera y un aumento de la volatilidad de los mercados locales, nacionales, regionales e internacionales.
Tensiones sociales: una ruptura de este tipo va más allá de únicamente relaciones diplomáticas, teniendo repercusiones para los ciudadanos de ambos países, dificultando el turismo, comunicación y traslado debido al aumento de tensiones, que pueden llevar a conflictos a diversas escalas dentro de ambos países.