(Ledofrd H. Nature doi.org/10.1038/d41586-024-00871-6)
Se puede fortalecer el sistema inmune a través de procesos infecciosos y vacunas.
La administración de anticuerpos modifica las células tronco y aumenta diversas células que incluyen a las que conducen a la respuesta a la inflamación.
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Los investigadores de la Universidad de Stanford en California, publicaron que las células sanguíneas participan activamente en la protección inmunológica contra patógenos específicos y que se puede rejuvenecer el sistema inmune por la capacidad de producir anticuerpos y generar inmunidad innata. Lo anterior se puede inducir de igual manera con terapia con anticuerpos.
Menor riesgo de padecimiento cardiovascular al disminuir ingesta de alcohol
(Chungju-si et al. JAMA mar 28, 2024)
Entre las personas que consumen elevadas cantidades de bebidas con alcohol, su reducción se asocian a 23% menor riesgo de eventos cardiovasculares mayores.
Estudio de cohorte de 21,011 adultos coreanos de la Base de Datos Nacional de Salud de Corea del Sur, con 90% hombres de promedio de edad de 56 años, definidos como bebedores de 4 o más bebidas al día o 14 a la semana o 3 o más bebidas diarias para mujeres con 7/semana. La inclusión partió desde 2009.
Durante 162,378 personas-año de seguimiento, los que continuaron con tal ingesta elevada de alcohol, tuvieron mayor tasa de eventos cardiovasculares (817 vs 675/100,000 personas-año); menor enfermedad coronaria (29%), angina (30%), apoplejía (28%, evento cerebral isquémico (34%) y todas las causas de mortalidad (21%).
El autocuidado, la asignatura pendiente de la carrera de Medicina
(Castro S, El País, España marzo 29, 2024)
En España, casi la mitad de los estudiantes de Medicina padecen síntomas depresivos y el 11% piensa en el suicidio.
España es el país del mundo con más facultades de Medicina por densidad de población, tiene 50 universidades y hay otras ocho en proyecto.
La competición por la excelencia empieza en la adolescencia y aumenta hasta lograr la especialidad médica deseada. El 41% reporta algún síntoma depresivo y el 11% admite haber pensado en el suicidio. Así lo informa el estudio Depresión, ansiedad, agotamiento y empatía entre los estudiantes de Medicina españoles (DABE), publicado en 2021 en la revista científica Plos One, tras encuestar a 5,216 universitarios de 43 facultades.
La doctora y vicepresidenta primera de la Organización Médica Colegial, María Isabel Moya, considera que “Están en un constante y prolongado grado de estrés e incertidumbre. El esfuerzo empieza desde el minuto uno, sin aún haber forjado la personalidad”.
Es muy angustiante no salvar una vida o poder equivocarse de diagnóstico. El estudio DABE revela que el 21.5% de los alumnos sufre altos niveles de ansiedad de forma regular y el 45% de los estudiantes de sexto curso presenta síndrome de desgaste (“burnout”).
El 20% de los participantes del estudio DABE reconoció tomar psicofármacos, principalmente ansiolíticos y antidepresivos. “Muchos compañeros ingieren opioides, melatonina, diazepam o lorazepam aún en clase.
La vida académica repercute sobre la social. Un 52% del estudiantado manifiesta problemas relacionales; en muchas ocasiones, “las expectativas laborales no son lo que uno espera en relación al esfuerzo realizado, cuando la Medicina cada vez es más compleja y tiene más asignaturas”.
Hay reclamo general para “una carrera de medicina más humana” y alguna asignatura enfocada a la salud mental del profesional sanitario. “En la Facultad o Escuela, no nos dicen cómo asimilar una muerte o cómo comunicársela al familiar”, hay que abordar las importantes cuestiones tecno-científicas, tienen también que acercarse al corazón de la Medicina: “No siempre podemos curar, pero sí acompañar. Para ello, necesitamos trabajar la empatía, el saber escucha y la gestión emocional”.
Dormir lo suficiente y con un patrón regular ayuda a prevenir la demencia
(SantoDomingo R, El País, España, marzo 26, 2024)
Dos estudios indican que la cantidad, calidad y la regularidad del sueño influyen sobre el posible desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
Para la mayoría de la gente, dormir poco una noche equivale a espesura mental durante el día siguiente, las horas transcurren pesadas y densas, el cerebro reacciona con lentitud, pensamos peor, olvidamos cosas, nos cuesta mantener la concentración.
La neurociencia tiene evidencias abrumadoras, que dormir poco como norma —durante años o décadas— aumenta el riesgo de daño cognitivo en edades avanzadas.
Estudio publicado en la revista Nature, con estudio sobre la duración del sueño de casi 8,000 participantes a los 50, 60 y 70 años, concluyó que dormir seis horas o menos, aumenta 30% la probabilidad de sufrir enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia. Otro análisis de investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard, arrojó resultados aún más contundentes: los que duermen menos de cinco horas tienen el doble de probabilidad de desarrollar demencia que aquellos que sostienen un sueño medio de siete horas. No parece recomendable alternar tiempos de sueño muy variables. Tampoco resulta del todo inocuo modificar con frecuencia el tramo horario en que permanecemos dormidos.
El segundo estudio sobre patrones de sueño y demencia, elaborado por investigadores australianos y canadienses, pone el foco en la constancia de los horarios, dormir sin orden ni concierto: un día a las diez de la noche, otro, digamos, a las 3 de la madrugada, provoca aumento significativo en el riesgo de padecer padecimientos neurodegenerativos, además de que las enfermedades cardiovasculares son más frecuentes entre personas con un patrón de sueño irregular.
Por otro lado, el dormir mucho (más de 9-10 horas) también dispara la posibilidad de experimentar la pérdida paulatina de facultades cognitivas, con 77% mayor riesgo de demencia entre los dormilones respecto a los que se mantienen en la franja óptima, estimada en siete u ocho horas.