Las personas con glaucoma pierden gradualmente la visión con el tiempo, empezando por la visión periférica
El glaucoma es una enfermedad ocular que daña el nervio óptico, un nervio situado en la parte posterior del ojo que puede provocar una pérdida repentina de visión. Es posible que no notes los síntomas, ya que empiezan lentamente. Un examen ocular completo con dilatación de la pupila es la única forma de determinar si tienes glaucoma.
El glaucoma es la segunda causa mundial de ceguera y una de las enfermedades oculares menos tratadas. Puede tener resultados graves, ya que no hay indicios tempranos, por lo que es difícil de diagnosticar o tratar.
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El glaucoma es una categoría de enfermedades oculares que se distinguen por los rasgos físicos, como el glaucoma de ángulo abierto y el de ángulo cerrado.
También se puede diferenciar en primario y secundario, en función de si no hay ninguna otra enfermedad preexistente en el ojo del paciente (primario), o si se ha desarrollado un glaucoma en un ojo que ya tiene una enfermedad previa.
El glaucoma de ángulo abierto es el más frecuente, ya que 9 de cada 10 personas con glaucoma lo padecen. Habitualmente no muestra síntomas hasta que se empieza a perder la visión, aunque puede no notarse de inmediato. Tarda mucho en desarrollarse y acaba por convertirse en una enfermedad de por vida.
En cuanto al glaucoma de ángulo cerrado, es menos frecuente, y se produce debido a obstrucciones en los canales de drenaje, que producen un aumento repentino de la presión intraocular. A diferencia del ángulo abierto, esta categoría se desarrolla rápidamente. Este tipo de glaucoma puede causar ceguera en tan sólo unos días si no se trata inmediatamente.
Existe otro tipo de glaucoma que es congénito, es decir, se nace con él. Se desarrolla en los bebés cuando los canales de drenaje del ojo no se desarrollan adecuada o completamente durante el periodo perinatal.
Tu ojo está siempre lleno de humor acuoso. La cantidad de humor acuoso que entra en el ojo debe estar equilibrada con la cantidad que debe drenar. Éste drena hacia fuera a través de una región conocida como ángulo de drenaje, un proceso rutinario en el ojo que ayuda a mantener una presión intraocular (PIO) constante en el ojo.
Más de un millón de fibras nerviosas microscópicas componen el nervio óptico. Si estas fibras mueren, empezarás a tener puntos ciegos en tu visión, que pueden no notarse hasta que la mayoría de las fibras del nervio óptico hayan desaparecido. Una vez que mueran todas las fibras, te quedarás ciego.
Los distintos tipos de glaucoma tienen síntomas diferentes, y en función de cómo se manifieste, los médicos podrán diagnosticar y tratar la enfermedad.
Cabe destacar que lo más importante es intentar detectar el glaucoma a tiempo, y para que esto sea posible es conveniente hacerse exámenes oculares completos de vez en cuando, y tener una buena salud ocular.
Cabe destacar que las personas que tienen diabetes e hipertensión arterial corren un mayor riesgo de sufrir este problema, por lo que es más importante en estos casos el hacerse revisiones periódicas.
Si se diagnostica el glaucoma cuando todavía se encuentra en sus fases iniciales, puede tratarse con medicamentos en forma de gotas oculares diarias. Estas gotas ayudan a disminuir la presión ocular, o incluso reduciendo la cantidad de líquido acuoso que produce el ojo. Otras ayudan a que el líquido fluya mejor por el ángulo de drenaje, reduciendo la presión.
En otras ocasiones, se tiene que recurrir a la cirugía con láser para tratar el glaucoma. Existen principalmente dos tipos: la Trabeculoplastia y la Iridotomía.