Ver a una mujer en el automovilismo hace décadas era misión imposible, pero eso no privó a Tatiana Calderón de querer romper esos esquemas que hacían ver su mayor sueño como algo inalcanzable.
Con nueve años de edad la colombiana ya sabía que su vida debería sí o sí estar ligada a la velocidad. Era apenas una niña, en la tv veía las carreras como una aficionada, sin saber que el futuro ya le tenía preparadas muchas sorpresas al respecto.
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Labor de convencimiento en casa fue el primer reto; el segundo, ser consistente, mientras que el tercero y más importante, evidenciar que la mujer sí tiene un espacio en este deporte.
“Cuando eres niña todo se ve alcanzable. Convencer a mis papás fue lo más importante. Yo lo tenía muy claro desde entonces y hoy soy afortunada de llamarlo mi trabajo”
Hoy, después de un importante recorrido por ligas como la Fórmula 2, IndyCar, las 24 horas de Le Mans, Daytona, la Súper Fórmula y haber sido piloto de pruebas de Alfa Romeo en Fórmula 1, aseguró que haber vivido esto la lleva a no bajar los brazos y querer más.
“No cambiaría nada, no hay imposibles. Tengo más ganas que nunca, el límite te lo pones tú, si ellos pueden tú también”, apuntó la sudamericana, quien reveló que esa enseñanza se la dejó el histórico Juan Pablo Montoya.
Calderón con el paso de los años comprendió que las negativas por las que atravesó las debía tomar como fortalezas: “Te dicen que no puedes o que no deberías estar ahí, pero cómo saben ellos si no ha habido antes una mujer. He aprendido que toca pedir lo que necesito, porque si no no puedo rendir al máximo.
Tienes que estar cómoda y no dejarlo pasar porque esas dificultades se van a quedar ahí para mí, pero también para las niñas que vienen atrás”.
Tatiana quiere volver a la F1 y día a día trabaja para lograr ser protagonista de la máxima categoría.