II Domingo de Cuaresma – Ciclo B (Marcos 1, 12-55) – febrero 18, 2024
Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18; Salmo 115; Romanos 8, 31b-34
Este segundo domingo Cuaresma, la liturgia nos da la pauta, para saber cruzar las adversidades de la vida, y y que la obscuridad no tenga la última palabra: escuchar a Jesús.
Evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.
En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de ‘resucitar de entre los muertos’.
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Reflexión:
¿Qué me dice Jesús, cuándo lo escucho con atención?
Las lecturas de hoy, tienen en común que, Dios se manifiesta y habla para darnos esperanza y vida. Necesitamos estar atentos, en especial durante este tiempo de Cuaresma, para poder escuchar lo que nos dice y a lo que nos invita, cuando Él nos habla:
- El Señor, como a Abraham, nos pide que estemos dispuestos y hacer lo que indica, con fe incondicional, para ofrecerle lo más precioso que tengamos, que es nuestra vida, representada en Isaac … si lo hacemos, nos dirá también: “yo te bendeciré … porque obedeciste a mis palabras”. (cfr. Gen 22, 1-2. 9-13. 15-18)
- El salmo, es un canto de agradecimiento, que podríamos apropiarlo hoy, cuando, haciendo caso al Señor, podemos tener la vida que Él nos ofrece, y así decir… “Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos” (Sal 115).
- San Pablo, en la segunda lectura, nos dice como la prueba del amor llega a su punto culminante y se hace realidad al darlo y ofrecerlo todo, como el mismo Jesús lo ha hecho, porque su amor está por encima de todo aquello que pueda amargar nuestra existencia humana (Rom 8, 31b-34).
- En la transfiguración del Evangelio, se escucha una voz, la del Padre, que hoy también nos dice: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”… A Jesús, lo podemos escuchar en nuestra oración, tanto como al contemplar la realidad de nuestro entorno y descubrir su presencia en los demás, que claman por su vida (injusticias, desempleo, violencia, pobreza, desamor, etc.).
Justo, cuando hago oración (escucho a Jesús), se mueve mi interior, para con empatía ayunar (privándome de “algo”), para compartirlo (limosna) con quién más lo necesita; es cuando “bajamos de la montaña”, en lugar de “quedarnos instalados” y, aterrizamos en lo concreto, lo que hemos escuchado de Jesús; hay que hacerlo en silencio, sin ruido, para que poco a poco vayamos entiendo la nueva vida que se nos propone al seguir a Jesús.
¿Cómo puedo estar más atento a lo que me dice Jesús?… ¿Cómo evitar hacer caso a “otras voces”, que no son las de Jesús? … ¿Cómo poner en práctica lo que escucho de Jesús?
PD. Próximo jueves 29 de febrero, a las 19:30 hrs. en la Parroquia de Jesús Divino Maestro (colonia universitaria), se tendrá un Conversatorio: Paz y Democracia, para escuchar, otras voces, compartir, tu opinión y dialogar en comunidad.
Alfredo Aguilar Pelayo
alfredo@ccrrsj.org
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