La niacina es una vitamina B que el cuerpo crea y utiliza para convertir los alimentos en energía. Se encuentra en la carne, el pescado, los frutos secos y los cereales y panes enriquecidos. Ayuda a mantener sanos el sistema nervioso, el aparato digestivo y la piel.
Algunas personas toman suplementos con niacina y también se ha indicado niacina como fármaco en el pasado para ayudar a controlar el colesterol. En países, como los Estados Unidos y la Argentina, existen también normas que exigen la fortificación de la harina de trigo con niacina y ácido fólico, entre otros.
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Ahora un nuevo estudio realizado por investigadores de la prestigiosa Clínica Cleveland de los Estados Unidos han sacado a la luz un efecto potencialmente preocupante de tener exceso de la vitamina niacina: puede aumentar el riesgo de desarrollar un infarto o un ataque cerebrovascular (ACV).
El estudio se publicó en la revista Nature Medicine. Los investigadores analizaron los datos de dos cohortes de pacientes sin cardiopatía activa, el 60% de los cuales estaban tratados con estatinas, y halló una fuerte asociación entre un producto metabólico del exceso de niacina y un mayor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares adversos importantes, como un infarto de miocardio o un ACV.
La dosis diaria recomendada de niacina para los hombres es de 16 miligramos al día y para las mujeres que no están embarazadas es de 14 miligramos al día.
Pero los investigadores encontraron que se estaría consumiendo más de lo sugerido. Una de cada cuatro personas del estudio tenía exceso de niacina, y eso duplicaba su riesgo de sufrir eventos cardiovasculares graves hasta niveles comparables a los de la diabetes o un infarto previo.
“Es un riesgo bastante considerable. Está a la par de lo que consideramos otros riesgos importantes”, afirmó Stanley Hazen, jefe de sección de cardiología preventiva y rehabilitación cardiaca de la Clínica Cleveland y autor principal del estudio.
“Esto abre la puerta; sienta las bases para nuevos estudios y nuevas intervenciones tanto desde una perspectiva diagnóstica como terapéutica para intentar reducir la inflamación y las enfermedades cardiovasculares”, comentó.
La capacidad de la niacina para aumentar el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) -a menudo denominado colesterol “bueno”- y reducir el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) -el “malo”- la convirtió en una intervención de primera línea para prevenir las enfermedades cardiovasculares antes de la introducción de las estatinas.
Pero los resultados del nuevo estudio sugieren que el exceso de niacina, que también se cree que favorece la salud del sistema nervioso y digestivo, puede tener efectos mixtos en el organismo, aunque los expertos externos advierten de que es demasiado pronto para afirmar con certeza si la niacina aumenta realmente el riesgo cardiovascular.
“La principal conclusión no es que debemos suprimir toda la ingesta de niacina, ya que no es un planteo realista”, aclaró Hazen. “Al considerar estos hallazgos, podría estar justificado un debate sobre si se debe seguir obligando a enriquecer la harina y los cereales con niacina”, añadió.
El experto señaló que también se ha popularizado el uso de suplementos de venta libre elaborados con distintas formas de niacina por sus presuntos fines antienvejecimiento.
Recomendó que los pacientes deben consultar a sus médicos antes de tomar suplementos sin receta y centrarse en una dieta rica en frutas y verduras. Se debe evitar el exceso de carbohidratos.
Los nuevos hallazgos también podrían ayudar a explicar por qué la niacina ha dejado de ser un tratamiento de referencia para reducir el colesterol.
La niacina fue uno de los primeros tratamientos prescritos para reducir el colesterol LDL, llamado coloquialmente “colesterol malo”. Sin embargo, con el tiempo ese producto demostró ser menos eficaz que otros fármacos para reducir el colesterol y se asoció a otros efectos negativos y mayores tasas de mortalidad en investigaciones anteriores.
Eso condujo a la idea de que el exceso de niacina causaba efectos adversos poco claros que contrarrestaban parcialmente los beneficios de la reducción de LDL.